Dijo que tenía un curso de enfe
. No confíes en él. V
ndome sola con esa cosa que o
uar con normalidad, pero
, mantenía las persian
a. Bajaba la calefacción y abría las ventanas po
a amabilidad forzada, casi empalagosa,
ujando en mi cuaderno
, preguntó, su
etos para la es
en un dibujo de la costa, de las rocas donde él había d
to! ¡El mar me
suelo. Luego, como si nada hubiera pasado,
la cena,
El miedo era una presenc
esperar a Elena. N
l diario que
adre" dormía en su antigua habitación, o al menos
da y fría. Empecé a cavar con mis propias m
al donde guardamos sus pertenencias. La abrí
abitación y lo