eiro, desapareció hace cuat
su mochila y un diario personal
us cosas en una tumba vacía, u
s después,
. Estaba allí, en el umbral, empa
e no era la suya, una s
y un olor a marisma en de
o con una voz que era y
, incapaz de moverm
era imposible. Habíamos enterrado su
n paso h
a dar un abr
aba frío, duro como una piedra mojada. No había
recorrer mi espalda.
as, atraída por el ruido. Se detuvo en
, pero su voz era un
llamar mi padre la miró
Cuánto
o, su mano apretaba con
ción", me ordenó, su voz
uso entre nosotros y le susurró al oído, con
re no es