brieron de golpe, enfocando la mugrienta ventana de la estación de autobuses de la Ciudad
oy
anto agudo del niño, la sensación pegajosa de la tela de su bolsa, el frío del éter en mi cara y la oscuridad in
smo asiento del autobús, en el mi
l lo confirmaba: clase turista, asiento 22B, destino
a vez,"
una familia que posee tequileras y hoteles boutique. Tomar este autobús fue una decisión estúpida, un int
instinto de supervivencia. Agarré mi portafolios de
El autobús está por sali
eña taquilla dentro de la terminal. El aire acondicionado d
oz sonaba más firme de lo que me sentía. "Deme el mejor asiento que ten
lguien vestida con ropa de diseñador estaba sentada en la clase más b
rtimento VIP al fina
to
entía como un escudo, una barrera entre mi pasado y mi futuro. Est