a voz rota por la incredulidad y la rabia. "¡Cogió un paste
había caído al suelo junto a Máximo. Mis man
on una risa amarga y cruel. "¿Crees que esto
llozaba en mis brazos, t
aparecido del almacén. Pasteles, galletas, de todo. ¡Más de ochoci
. Era imposible. Mi hijo
ad," susurré. "
ntra el que mis palabras se estrellaban sin efecto. Habíamos venido a buscar el perdón, a enmendar un pequ