ra mismo! ¿No ves que
el piso de abajo, cargada de una
de un Oscar. "Luciana, no fue su culpa...
ba echando más leña al fuego, pintándome como e
No lo defiendas, Máximo! ¡Sé que te em
observándolos. La forma en que ella acunaba la cabeza
nté explicarle que no había hecho nada. El dolor en mi mejilla, pero sobre todo, el dolor en mi corazón al
puedes tratarlo con respeto, ¡e
entonces resonar
le daría la
brí el armario, saqué una pequeña maleta y empecé a meter mis pocas pertenencias.
partamento era de ella. Yo solo era
le en San Telmo. Ella sonreía, una sonrisa genuina y despreocupada de la época en que no recordaba quién era
uerza, mis nudillos
ira, sobre su amnesia. En el momento en que recuperó sus recuerdos, la verdadera
la cómoda. El cristal se hizo añicos, esparciéndose por el s
ocho. Hasta que solo fueron pe
caer en l
ía nada q