go en San Telmo, el amor de "Luz", la mujer a quien salvé d
uperó sus recuerdos, el infierno se desató. Trajo a su prometido Máximo, quien me humi
n nada. Cuando mis riñones fallaron por la brutalidad carcelaria, ella vino a verme, no para
carme lo último que me quedaba, sentí que moría. No fue la anestesia, fue el
ez de mor
soy el ingenuo bailarín que ella controlaba. Esta vez, la de