mi vida como bailarín de tango, siete años sacrificando giras eu
la ansiedad se arrastraba por mi nuca. Entonces, el
n una máscara de disculpa ya familiar. Colgó y, sin mirarme a lo
"No", susurré. Por séptima vez, me dejaba p
o de la infancia?" me espetó, acusándome de egoísmo mientras huía. La dejó
La foto de Iván Salazar, publicada hacía solo diez minutos: Luciana en su estudio,
as yo entregaba cada pedazo de mi alma? ¿Qué clase de perversa
iré. Lejos de este tango tóxico, de esta ciu