sépti
o Castillo y Luciana Ramírez estaban f
gala en el club de tango. Sentía el sudor frío en la nuca, no por
a, con el pelo oscuro recogido en un moño suelto que dejaba escapar algunos mechones r
ella, rechazando giras por Europa, ignorando oportunidades que cualquier otro bailarín
ximo no necesitó mirar para sab
dijo ella, su voz con un tono de
iana cambió, la falsa molestia reem
aste tu inhalado
áximo, su cara una másc
. está teniendo un ataque de asm
ntiendo cómo una frialdad se extendía desd
su voz apena
rpadeó, so
no? Es una
de entrar. A punto de ca
La disculpa se desvaneció, r
el? ¿Una firma? ¡Mi amigo de la infancia a
lo golpeó. Él, que ha
o", respondió él, su voz tem
dándose la vuelta. "Hablamos má
e f
n el sol de la mañana pegándole en la cara. Se quedó ahí, inmóvil, viendo c