amiga de la infancia, que se había ido a buscar una flor. Cedí a su terquedad y a mi amor ciego, abandonando mi
la Giralda. Sus manos me empujaron al vacío, sellando mi destino con sus últimas palabras: "Esto es p
onces, d
lema y el olor a pino mojado. Esta vez, el frío intenso no era solo por la tor
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. La venganza es un plato que se sirve f