como el papel. Su mano, huesuda, aferrando la mía. Su última petición, susurrada con
n de vacío después, un vacío que nunca se llenaría. La indiferen
ó en un torbellin
a mesa, mirando la lat
cutre? ¿Guardas
aguda que me ta
ue tenía cero clase. Pero
mí, su mirada
almente estiró la pata. Supongo que su pequ
mpió. Un cable tenso qu
uñí, un sonido animal q
ió, disfrutan
o juntas para atrapar a un hombre rico. Debes pedirl
lla
dón de rodi
egó. Me abalancé sobre ella. No hubo pensamiento, solo instinto.
zamos a forcejear, un torbellino de brazos y pier
queño armario de madera. Se tambal
s, que estaba enci
suelo y
o se esparció por l
tada. La foto de carnet de mi abuela, la que siempre llevaba en s
do se
la habitación
había dado sus ahorros. Luego, sus ojos se posaron en algo que h
la de
defunción oficial
etallando un tratamiento que n
a y brutal, lo go