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Historia

Capítulo 4 Una habitación, dos recuerdos

Palabras:958    |    Actualizado en: 23/06/2025

no había pedido. El clima de esa mañana parecía querer burlarse de él, replicando el mismo aguacero que lo

s desde entonces, y sin embar

ido incapaz de borrar los b

la llegada de unos inversionistas. Agradecía ese silencio. Porque en esa habitación -la más lujosa del edificio, la que imponía respeto con

o oculto, camuflado por documentos legales y reportes financieros, Alexander guardaba algo que no tenía precio: u

as

erso... pero se detuvo a mitad de camino. Elías lo abrazaba desde atrás, con una sonrisa luminosa, y Alexander miraba a la cámara sin preocuparse por ocultar

titutrices y directores estrictos, se convirtió desde temprano en el estudiante perfecto: frío, disciplinado, intocab

ompartida, la 214 del ala

los ojos y se pe

ama, leyendo un libro de poemas franceses sin traducir. No lo hacía para impresionar a nadie; le gustaban los sonidos, los silencios de ese idioma q

erando -dijo,

Alexander, dejando su

pondió Elías, como si fue

do alrededor del deseo sin atreverse a nombrarlo. Pero ese día fue distinto. Ese dí

e aquí y heredes todo lo que el mundo t

nía un nudo en la garganta y un mill

méteme que aunque no podamos estar juntos, vas a recor

lo pr

ue lo p

ncla. Su oxígeno. Su

ente, la cama de

pasó. Solo rumores vagos: que su madre había enfermado, que un problema

ró, por primera vez en años, encerrado en el baño de aqu

a palabra. Sin una nota.

jamás volv

n tuviera tanto poder sobre él. Que nadie más lo haría sentir así. Que si te

abía permanecido congelado durante años. La llegada de Elías había abierto una grieta en su f

o era el

r era

había ido si

do? ¿Fue un

dó? ¿Lo

mismo papel de indiferente que Alexande

l rostro, molesto por

pasado. No ahora. No con Elías tan

mañana, con esa voz que aún sabía p

os, mordiendo el labio inferior igual que cuand

, simplemente

on una claridad

ía lo

más grande que había

enemiga. No un

que jamás pudo

ños, volvía a latir al rit

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