cida, buscando desesperadamente un nuevo comie
e presentó en una fiesta que se c
talina, lleno de una sustancia extr
lejandro De la Vega, el arquitecto más in
recio me juzgó al instante, se
de empezar: Catalina, consumida p
mi tía, las acusaciones se multiplica
nas hierbas de buena suerte, una ladro
as eran retorcidas y utilizadas en mi contra,
lo, fue arrastrado por el fango, convirtiéndome
a, aislada, con el corazón dest
tarse a una conspiración tan
a me consumía; mi alma, capturada en es
da desesperación, una chispa
e fluían desde lo más hondo de mi ser, y as
a por el prejuicio, pronto se convertiría en la cl