cuando llamé a mi jefe para anunciarle que estaba enfermo, me dij
cuerpo y escalofríos que me hicieron delirar tanto que pensé
me a un nuevo entorno laboral, prefería eso una y otra vez antes que poner a Thalia en un peligro i
en mis oídos. Me doy cuenta de que el escondite del
va una
es t
al
s toallas que dejé sobre el colchón hoy. Es de la alfombra de ducha que
o entré al baño de un dueño sin permiso,
que mantenga mi
más remedio
dor mientras digo: -Lo siento mucho. Llamé a la puerta . Bajo la mirada hacia mis manos, atadas a la falda, espera
n un poco cuando responde: -No es que tenga que dar expl
splazarse lentamente hacia su mirada entrecerrada. I
O
da a los grifos para mantener el oído derecho des
on una rapidez sorprendente, como si estuvie
, pregunto
ra inspeccionar con más atención los cortes en mis rodillas. Me encanta el diseño extravagante de azulejos que instalaron cuando renovaron e
o unas curitas
su mirada entrecerrada. Sus ojos son verdes, pero podrían confundirse con
ticos, tan fascinantes
ada, eso no se nota en su tono c
ue un hombre estuvo tan cerca de mí y no estaba hecha un m
r las miradas cautivadoras del desconocido. He estado rodeada de hombres cautivadores la mayor parte de mi vida, aunque ninguno
as conmigo por unos segundos
iz mientras meto la
o que olvidé que
antes de quitarme el bolso. Rebusca entre mis escasas pertenencias