DEL
llega a mis oídos. Levanto la vista al oír varios pasos resonar sobre el costoso suelo de
rados que viven en el edificio Chrysler. Estoy aquí para lavar l
Le gritan sus órdenes a mi supervisor, quien luego me las pasa por mucho menos que la exorbitante tarifa que cob
r las sábanas y esponjar las almohadas. El personal no había limpiado este apartamento en más de tres años, así que los
corta estancia del edificio no llegaría hasta tarde. Ni siquiera son las siete. Seguro q
grandes que requieren varias entradas. Solo los propietarios y sus invitados pueden usar la entrada principal. El resto usa l
ue parece un pollo decapitado a punto de ser sumergido en una olla. Es delgada, unas décadas may
re corpulento de bigote espeso que tira su bolso sobre la ropa de cama que acab
mente a la entrada de servicio. A menudo dice que quiere que sus invitados se sientan c
Sr. Sprouse . Estaban lo suficientemente polvorientos como para demostrar que no eran nuevos, pero han hecho q
eporte de su escondite y voy directo a las duchas. No suelo cambiarme el uniforme de cri
. en punto. El viaje en autobús a casa me quitará tiempo del que no dispon
en en las instalaciones a esta hora. Tienen acceso a los niveles superiores fuer
is oídos, dejo mi bolso en un banco antiguo dentr
tarda una eternidad en calentarse. Como tengo prisa, opto por un bañ
es de aro son baratos, al igual que el peine que me paso a toda prisa por el pelo, pero le dan un toque sofisticado a mi atuendo. Lo hacen parecer más un conjunto para una ci
z. Apenas dieciséis años con un bebé a cuestas no atrae a muchos pretendientes, y los pocos que asumieron
igos más cercanos de Thalia . No consideré lo inflados que se han vuelto los artículos no lujosos en los últimos años. No
Thalia que entraría en su er
r que cumple
aje como empleada do