r omnis
iciste,
alón como un disparo. Su tono no era
con total frialdad, sin apartar la vista del
a una chica para mí como
. El padre de la muchacha tenía u
s puños cerrados. Su mandíbula apretada d
a decir "gracias" por
erés. No es tan fea -añadió con desdén-.
s un
por primera vez. Su mirad
o lo que tenemos, lo tenemos porque aprendimos a tomar decis
i me
que esa empresa que tanto
enc
detrás de la rabia, se escondía algo más: miedo. Miedo a perder todo lo que hab
r con ella -d
a este. No la asustes. Ya tiene suficie
ue lo llevaba a ella se sentía eterno. No sabía qué decirle.
en la cama, con la mirada perdida en el venta
se m
escon
neros del
el primer
uiero
el con voz firme, aunque s
tieron que tal vez no esta