os dedos y, inclinándose hacia Anya
racha, confiabas en él y él... se aprovechó de la
pero su mirada
. Y ahora... me da miedo confiar. Quizá por e
tratando de an
ser otra persona. Fuerte. Y, ¿sabes? Tienes todo el derecho de vivir y disfrutar. Busca a un chico con un
ó una débi
ya. Siempre sab
e guiñó
ria. Tú, Anya, mereces sentirte viva. ¿Sabes por qué insisto tanto? Porque siempre pie
ó la cabeza hacia un lado y después s
tu mente. Ese recuerdo sigue ahí, lo veo. ¿Y sabes qué ayuda? ¡Matar fuego con fuego! O... ¡miembro con m
los labios en
uel eres. ¿Y tú
el mentón c
nte como para... bueno, eso no importa. Lo pri
sus
aún estoy muy
brazó por los hombros y sonrió. - Tenemos que probarlo todo
si seré
enos una vez viv
a la cara, y soltó una risita. - Bueno, está bien. Pe
dose en pie. - Vale, vámonos. Nuestra gran misión de
ntes de focos danzaban al ritmo de la música alta, llenando todo de energía. Los barmans hacían malabares con las botellas, montando su pr
acudiéndose el cabello, y se dirigió a la barra. Su paso
r. Los hombros ligeramente encorvados, pero poco a poco l
raje impecable. Su cabello caía sobre la frente y la comisura de sus labios se curvaba en una ligera, casi imperce
oz sonaba tan natural que uno podía pensar que hablaba a
ella, sus ojos oscuro
o. ¿Qué
ue le resultaba conectar con desconocidos: parecía hablar un idioma secreto que solo dominan los seguros de sí mismos. En cambio, a Anya le faltaba valor. Si
os verdes con un brillo felino, voz suave y aterc
s un poco perdida. ¿Me p
tando un rubor
or qu
ras. Anya sintió cómo una oleada de calor y una pizca de desasosiego subían por su cuerpo. Su corazón se aceleró y por un instante pensó: ¿por qué este
tel para Anya; sus dedos roz
encuentros - sonri
oco, pero enseguida un agradable calor la envolvió. Él
engo planes para ti - murmuró, rozando
Anya con una sonrisa y a
tes de placer... - susurró al oído