la diosa de la luna, con su destino, con ella... y también consigo mismo. ¿Cómo podía su compañ
pesar de su ceño fruncido y los pensamientos sombríos que lo consumían, su atractivo era inn
deando al viento como si el aire mismo quisiera tocarlo, y esos ojos celestes claros, tan
me salvaje que embriagaba a las lobas, haciéndolas suspir
iradas, lo que sol
ng! -
casi instantánea: una ráfaga de aire, un destello, y el im
ban las cadenas que lo oprimían. Por un instante,
ndamente. A sus pies, el pueblo se extendía como una maqueta v
ientras esos ojos negros como el
berías tratarla así... -susurró Shong en
.. ella no debería s
? ¿Porque
. No es piadoso con los que no son
stra vida, Oli. No te pr
quedó en
pto le resultara extraño, ajeno, lej
lla mujer lo atrave
ido amor eterno y l
rado con desprecio
truido todo lo q
rumpió sus
li. Ella es difere
uspiró,
ace un momento, ¿v
erte que terminó rodando por el suelo
jaste bastante i
r primera vez en mucho tiempo
a lo quemaba: tenía que encontrar l
chizo que lo estaba volviendo loco... o quizás loco de amor
es, dibujando destellos de luz sobre el elegante escritorio de madera finamente tallada. La escena tenía algo etéreo: Oliver, sentado tras
spuesta. Frunció el ceño, extrañado. Volvió a
lo
si tonta. Se veía tan apuesto, tan peligrosamente sexy que Alex,
s días
o resp
rendido. Aclaró la voz, esta
días,
molesto por haber sido interrumpido en medio de sus pensamientos más dulces. Gruñ
unque bajo, er
, sus labios curvándose
Alex. ¿Tan tem
deada mientras lo estudiaba con atención-. ¿Qué te tiene tan contento es
, como recordando un secret
mana que llegó a nuestro puebl
a ceja, intent
e especial? Solo es
so, cambió de tema con la misma sonrisa en
s reconstrucc
por no obtener más inf
ómetros. Estará list
s sumi
dará el informe comple
rfe
su silla, acomodando su traje, y
os. Desde ayer que no los tiene. Y busca a
, a
segundo antes
ecto a la human
, su sonrisa se volvió e
surro, con la voz cargada de una c
. Si dependía de él, la mantendrí
spicaz, pero no podía permitirse que notara lo abrumado, nervioso e inquieto que estaba. L
resara, sus pensamientos est
uviera a salvo. La manada había reportado movimientos extraños, y aunque Oliver no lo admitiría
res y pino recién cortado lo envolvió, haciéndolo casi perder la razón. Desde una rendija entre las tablas, la olió y escucho
de a
ntana dio un pequeño salto, sobresaltada, tropezando hasta caer al suelo. Oliver maldijo su pr
o porque amara la violencia, al contrario: Oliver era conocido entre las manadas por su sentido de la justicia, su respeto a la vida y su creencia en la igualdad. Jamás mataba a un renegado,
asegurarse de que estaba bien. Quería... solo oírla sentirla, aunque más no fuera por un instante.
se le que
: de madera pulida, adornado con detalles en alabastro, arte de otras tierras y objetos cuida
samientos volvían una y otra vez a Silvia. Al salir, se puso un pantalón suelto que dejaba al descubierto
nten
ana tener un aroma percept
sabido de un caso así. Ninguna humana había
ba vueltas, no en
ó, fru
te. Ella, como la loba más longeva de la manada, ta
contrar paz esa noche. Pero por.pr