la sinfonía
ciones. No sé cómo suena el viento susurrando entre las hojas, ni la caricia de la lluvia en la ventana. No conozco la calidez de una carcajada, ni el timbre de mi propia voz. Pero eso nunca me detuvo.
o, o mejor dicho, la sensación, me inundó. Mis padres, con lágrimas en los ojos, me abrazaron. Fue como si la música fluyera a través de mí, un torrente
osibilidades. Pero fuera de este santuario, el mundo es menos amable. En la escuela, soy solo Lucía, la
uno de e
upitre con una sonrisa burlona-. ¿Puedes de
serían infinitas, un ciclo interminable de insultos disfrazados de bromas. Me limité a sostener mi lápiz, la punta fría contra el
, su voz quebrando el silencio co
mí. Una mirada que no entendí, que no pude descifrar. Una mirada que permaneció en mi mente, insi
de las teclas bajo mis dedos... Cerré los ojos y comencé a tocar. Una melodía surgía de mis dedos, una canción que nacía de la osc
vando me en silencio. Tomás. Su mirada, esta vez, era diferente. Más... intensa. Y en