s nuevas amistades. Me levanté temprano y preparé las galletas que había comprado para Uriel
n el pasillo, como siempre. Lo encontré
mo.- ¡Buenos días, Juan! -respondieron ambos al unísono.- Tengo algo p
s con curiosidad y sonrieron a
ó Uriel.- Son mi perdición -bromeó N
estas me hizo sentir má
royecto. Unimos nuevamente las butacas y comenzamos a trabajar. Amber era increíblem
cerá nuestra presentación -respondí, admirando su dedicación.Mientras trabajábamos, le entregué a Amber las galletas que había preparado para ella.- Esto es para
l profesor. Durante la clase, él revisó nuestro trabajo y
su mano con la mía.- ¡Sí, lo hicimos! -r
Uriel, Nova y yo formamos un equipo. La tarea consistía en resolver una serie de p
Nova.- Eres un cerebrito, Juan -dijo Uriel, mirando mis respuestas con as
mos a charlar. Me enfoqué en conocer más a
mpos.- Me gusta el baloncesto, pero no soy muy buena. ¿Y a ti, Juan? -re
pués de clases, me dirigí al gimnasio donde entrenaba lucha libre. Era un lugar rústico,
cnicas de sumisión y resistencia -anunci
inicio. Luego, Héctor nos dividió en parejas para practicar las técnicas. Mi compañero, un
ácil -dijo Raúl, riendo mientras
ía precisión y control. Durante el entrenamiento, sentía la adrenalina correr por mi
pero recuerda mantener tu centro
propósito. Al final del entrenamiento, estábamos exhaustos pero satisfechos. Me de
ejado una galleta en mi mochila. Decidí guard
dije al llegar a casa, mostrándole la gall
para dormir, pensé en cómo había crecido mi círculo de amigos y cómo la lucha libre me
a. Afortunadamente, mi padre llegó temprano y le di
é todo para el día sigu