desviarme para que dejase de perseguirme, pero debido a la distracción y el estrés me vi encerrada en un callejón solitario y sin salida, alumbrado por la tenue luz de un v
ues viven en mí. Estoy al borde de la muerte, postrada en esta cama de hospital, sucumbiendo por la horrible enfermedad que
ré pr
soy vulnerable a diversas patologías y mi sistema inmunológico está deteriorado, cuando dijeron que me hostilizase de inmediato para salvar la vida de
ngo r
cteria denominada Neisseria gonorreae y consiste en una inflamación de la mucosa del aparato genital, y al mismo tiempo anunciaron mi embarazo por eso no quise alarmar a Jaime, decidí desahogar mis penas con mi diario y, mi herman
erosa vi
ntagiada de esta enfermedad mortal, pero soy tan cobarde y me siento tan sucia... que no quiero ni pensarlo, ha
siento como una basura y por es
iene la culpa de que yo sea tan miserable y de todo lo malo que me ha pasado, por eso quiero que sea feliz, aunque yo no llegue a verlo, s
zo un grito casi aho
estoy aquí, no tengas miedo –Di
me dejaras de amar, aunque la muerte nos separe nunca
de consolarme– y desde luego que te amo, ¿Cómo no he de amarte? Si
esos de fuego ap
s, a cuando fui suya por vez primera, a cuando paseábamos tomados de la mano por el parque, a cuando escapamos juntos de mi hermana y viajamos a Valencia y visitamos aq
estuviera ocurriendo, como si esto fuese
olvidare –Digo mientras lloro–, p
esta; –me anima con voz solloza– ¡saldrás
da vivir!; pero... deb- debe-s ssa-saber... –Exclamo
ene y que no sé qué es, nos ha hecho tanto daño, ella nunca me contó nada, quiero que esté bien para cuidar a nuestro hijo, pero algo dentro
cielo, esos que hoy son distantes y, su rostro, su rostro ¡tan angel
ucha –dice ella
idemos a nuestro niño –Le ordeno casi llorando, pe
.. Jeremías, Jeremías –repite el
ta ese nombre –Acept
anunciando tempestad. Aunque no desee verlo, mis ojos, rebeldes a mi orden no obedecen a mi mandato y, repetidas veces, me descubro vigilando con minucioso cuidado la pantalla fluorescente del osciloscopio –dicen que así
s, me falta la respiración por momentos, siento un miedo gélido y escalofriante, casi no puedo moverme y aunque no sé si... ¡ah!... Jeremías nacerá, Jame debe saber lo que pasó; por eso me he pr
rme que cuidaras de Jeremías ¡P
, te lo prometo –
enfermera saca a Jaime de la habitación, toma una inyección y me la aplica e
s dudas, la enfermera me ha sacado de la habitación para inter
remías, ya he comenzado a preocuparme, no sé qué ocurrirá en nuestras vid
os momentos se le están practicando los exámenes de rutina, ¡ah! Su
go mientras paso a la h
inmenso dolor que inunda todo mi ser, su semblante deja
aquí, estoy aqu
¿Cómo está él? –preg
le están haciendo unos exámenes
da, Jaime ha intentado consolarme, pero no podrá hacerlo, antes de
buscar a mi hijo –digo
arlo– aquí está nuestro pequeñ
me un momento
quieras –me complace y
on tu recuerdo guardado en el alma y aunque no esté contigo quiero que tengas esta cadena c
sueñes conmigo alguna vez en tu vida y visites algún día mi tumba para llevarme flores, ¡te am
para llevárselo y J
estro cuarto, ese que nadie ha abierto por mucho tiempo, allí busc
. ¿De qué hablas?... Me asus
puedo hablar, lo único que escucho es