res responsable de las facturas de
rario, deberían pensar en una maner
uí volverás a ir a la universidad. - N
o aceptaría una niñera para sus hijos
ijo con una sonrisita traviesa. - A de
ella quiere lo mejor para ti y tus
agar las cuentas y ya. Ella no pued
un bebé, mi futuro es muy lejano. -
maleta. - Aprendí a vivir el día
e apartó para mirarla como si quisie
que acaba de divorciarse. - come
que la hizo reír. Medio minuto des
nuevo cerca de ella. Todo lo que pr
s vibraciones. Y sólo ahora, despué
Senti tu falta. - fue sincero. Vio lo
uí, pero no tenía excusa para usarl
la con el dorso de la mano mientras
e los que preocuparse. Y con cada ni
que ella te quiere mucho, Manu. S
esponsabilidad que debería ser sólo
e, tener citas, estudiar, hacer planes
a, de lo contrario todos morirán d
– trató de justifcar el comportam
violencia, simplemente me dejaban
ón de sus padres. -Yo hago mi parte, tía. Mis hermanos aún son niño
ora necesitas llenar tu estómago
arra en el camino. - A decir verda
spesa. La tía se llevó la mano a la
un poco enfermo. - intentó conten
io del viaje. - Por eso no empezará
tarse a la rutina de la fnca. - ¿Está de acuerdo el señor Leonardi? - P
laró mostrando cariño a su jefe. M
or sus músculos. Era una sensación
al suelo. No quería que ella pensar
jo algo para tapar el gesto. -Ahora
o, alejándose para mirarla, añadió:
, quiero que descanse para la reunión de mañana con el señor Leonardi.
contró su maleta sobre la cama, dond
n en tonos beige y marrón, la alfo
tación reservada para invitados, no
l mismo tono degradado. Se dirigió
erta de doble cristal, que daba acc
lo era de cerámica y la barandilla
conjunto de sofás de yute, los asien
, el área de la piscina olímpica, las distintas mesas con toldos lum
s farolas coloniales repartidas por
trellas parecían a punto de caer so
antes. Manuela nunca había visto
sobre su pecho, llena de un sent
n. Era increíble cómo todo lo que e
su carácter retraído de quien nunca
cina, bajó la vista e, instintivament
ortina de verduras, vio al hombre ve
vaso de bebida medio vacío. Su cabel
ta. Y, cuando se detuvo bajo la lám
da, su barba de varios días mostrab
rgullosa. Lo correcto fue regresar a
a cada vez más dolor, en todo el cu
hombre que despertaba su atención
rdi. Por lo que sabía, el granjero
entras admiraba las aguas azules de
, bebiendo todo el líquido del vaso de un trago y por el color pensó que e
iva al verlo desnudo, completamente
s, la cintura estrecha y la esp
a y se zambulló de cabeza, apenas salpicando el agua. ¡Ahora vuelve a l
en sincronía, sin prisas, como un n
e y se hundió por completo en una
do resurgió, nadó durante ot