/0/9665/coverbig.jpg?v=20230521051250)
Samantha es una chica pobre, de bajos recursos, pero honrada y con buena actitud ante la vida, aunque tambien es altanera y justiciera, no le gustan las personas con dinero que pisotean a los mas indefensos. Robert Davies es un millonario de nacimiento, un consentido por excelencia, sus padres le han cumplido todos sus caprichos, pero él ha crecido con gustos diferentes a los habituales: no le gustan las mujeres. Samantha y Robert se conocen en una vuelta del destino, y él aprovecha las necesidades de ella le ofrece un trato que alejara a sus padres de inmiscuirse en su vida privada: Un matrimonio falso. Samantha con sus necesidades y un padre con una enfermedad acepta pero lo que no esperaba era que se enamoraría perdidamente de Robert, antes de que él le confesara que era gay.
- Samantha, odio decirte ésto, pero estás despedida.
Dice, Alan, el encargado de la tienda Molly Sweet donde trabaja Samantha desde hace 4 meses.
- Pero Alan, llevo trabajando aquí 4 meses, no puedes echarme así como así, además necesito mucho éste trabajo.
Samantha lo toma de las manos y le ruega.
- Samantha, te aprecio mucho, créeme, pero estamos teniendo problemas ecónomicos muy graves, creo que la tienda cerrará pronto, incluso yo seré despedido.
Alan dice frotando su frente con leve preocupación.
- Pero pensé que la tienda iba bien, hay muchas ventas a diario, a veces se aglomera de tanta gente que no podemos atenderlos a todos.
Alan mira a Samantha y se resigna.
- Bueno, te diré la verdad... ¿Para qué engañarte? El dueño quiere vender el local e invertir todo en la bolsa de Wall Street.
Samantha lo mira atónito.
- ¿Qué? ¿Acaso está loco? Las inversiones son un riesgo, no siempre se gana.
- Lo sé, pero es su tienda, y nosotros somos sólo empleados.
Dice Alan palpando el hombro de ella.
- Tengo demasiados gastos, mi padre ésta muy enfermo, debo pagar el seguro médico y no tengo el dinero, no sé que voy a hacer.
Las lagrimas empiezan a caer sobre las mejillas de Samantha, no pensó que se quedaría sin trabajo justamente ahora.
- Puedo darte algo de lo que tengo ahorrado, tal vez no cubra todo pero sería un anticipo, tu padre necesita estar en el hospital, si vuelve a casa puedo volver a recaer.
Alan toma las manos de Samanta con ternura, ella lo mira no sorprendida ya que desde que conoció a Alan desde que empezó a trabajar en Molly Sweet ha notado su amabilidad y solidaridad con ella.
- Agradezco tu ayuda Alan, pero es tu dinero, lo necesitas, yo sabré conseguir el dinero. No te preocupes.
Samanta se suelta de él y camina hacia donde está su bolso.
- No me desprecies, por favor, te ayudaré con esto, míralo como un préstamo, si quieres, cuando consigas trabajo me vas pagando poco a poco.
- Alan, no es necesario...
De repente Samantha se voltea a verlo y ahí esá está él, detrás de ella. Samantha se sorprende tanto que lo mira fijamente a lo ojos.
- Lo haré, quieras o no. Mañana paso por tu casa y te lo llevo. Por ahora, toma ésto.
Alan va a la caja registradora y saca 5 billetes de 500 dólares y se los da a Samantha.
- Véelo como una compensación por los daños causados.
Alan se ríe mientras se toca el cuello, Samantha lo mira como si fuera un ángel caído del cielo.
- Es mucho dinero Alan.
Samanta se niega a tomarlo bajando la cabeza.
- No creo que al jefe le moleste, ahora que será un nuevo millonario de Nueva York, 500 dólares para él será 1 centavo.
Dice él y ambos empiezan a reír.
- Gracias Alan, debo irme, dile al jefe nuevo millonario que gracias por todo.
Samantha sonríe y camina hacia la puerta. Alan la ve alejarse, suspirando por decirle lo que siente, pero está bien así para él, admirarla de lejos y ser su amigo.
- Si tan sólo pudiera decirte todo lo que siento por ti... Soy un cobarde...
Resopla y cambia el aviso de la tienda a cerrado, necesita decirle a los otros empleados y tiene mucho que hablar con el jefe. Samantha camina hacia la parada de autobús, mientras va pensando en como conseguir el dinero para el seguro, no contando con lo que le había ofrecido Alan, debía encontrar la forma de convencerlo de que no se lo diera, además, él tambien tiene sus gastos y sería arriesgado darle todo a ella, no se lo perdonaría jamás. Samantha llega a la parada de autobús y ve que se acerca un auto convertible y se detiene delante de ella.
- Hey nena, ¿te gustaría dar una vuelta conmigo?
Samantha no hace caso y sigue mirando si viene el autobús.
- Belleza, no hace falta que te hagas la desentendida.
Dice el hombre sonriendo mientras se quita los lentes.
- Entendí lo que diijste, pero no respondí porque no estoy interesada ni en subir en tu auto ni dar una vuelta contigo.
El hombre la mira con desafío.
- Entonces, he encontrado una fiera en mi camino.
Samantha escucha lo que dice y lo mira sin comprender qué busca.
- Me gustan así, fieras, las fáciles son aburridas.
Samantha rara vez se sorprende, siempre le pasan este tipo de cosas, los hombres la halagan, le dicen piropos, es su día a día gracias a su belleza, y no era de extrañarse que anduvieran detrás de ella, tenía los ojos verdes oliva y un cabello largo y rubio despampanante, una silueta perfecta y natural que muchas chicas quisieran tener sin recurrir a cirugías. Samantha nunca en su vida ha hecho ejercicio, su madre murió cuando apenas tenía 4 años, desde entonces han sido ella y su padre contra el mundo, y ahora él estaba luchando contra eso, siendo tan buen padre y sufriendo, no lo merecía, y Samantha se sentía culpable por no ayudarlo como es debido. Debía encontrar otro trabajo pronto.
- Hey, estoy hablando contigo, belleza.
Samantha sale de sus pensamientos y voltea hacia el hombre extraño.
- No estoy interesada. ¿Podrías dejar de molestarme?
Ella camina hacia el otro lado de la parada de autobús.
- ¿Sabes? Eres muy contestona y altanera. Lo que me sorprende más es que... mírate... Debes ser una de esas mujeres pobres con sed de dinero que se hacen las difíciles para que los hombres anden detrás de ellas.
- No me conoces.
Samantha lo mira ya cansándose de sus palabras.
- No, no te conozco, pero es porque tú te estás negando a que te conozca, mujer altanera.
Ella camina hacia él y lo mira de frente.
- Si te molesta tanto como soy, déjame en paz, idiota.
El hombre se queda atónito con sus palabras.
- Eres una mujerzue...
El hombre saca su mano derecha del bolsillo y Samantha está más que lista para bloquear el golpe pero una mano agarra la de él antes que llegue a su cara.
- Ella no quiere ir contigo Evan, déjala en paz.
Samantha se queda mirando al hombre recién llegado, él la mira y voltea a ver a su amigo.
- Es mi problema, Robert. Además... ¿Qué haces aquí?
El hombre misterioso suelta su mano y se acomoda el traje que lleva.
- Venía manejando cuando reconocí tu auto y vi que estabas hablando con la... dama...
Samantha oye algo de escepticismo en la forma que dice dama.
- Además... Conoces mujeres más hermosas. ¿Qué haces molestándola a ella?
Vuelve a mirar a Samantha, pero ésta vez de arriba a abajo.
- No es tu problema, amigo. Yo sé lo que hago.
Dice el hombre llamado Evan.
- Bien, puedo actuar como si no te hubiera visto acosando a una chica que a leguas se ve mucho menor que tú, además... Estás en el centro de Nueva York, ella puede gritar y pedir ayuda y tendrás que responder por tus actos a la prensa, piensa un poco amigo, eres hijo de Arnold Lennox. ¿Crees que a tu padre le gustaría ver otro escándalo de su querido hijo?
Samantha puede notar el poder de persuasión y convencimiento del hombre misterioso llamado Robert. Evan se calma y mira de Robert a Samantha.
- De acuerdo, tienes razón. Perdón por lo de antes.
Evan dice y tiende su mano en señal de disculpa a Samantha.
- No pasa nada.
Ella tiende su mano, mientras Robert los mira y sonríe.
- Debemos irnos, Evan.
- Si, perdón de nuevo.
Evan mira a Samantha y ella suelta una leve sonrisa. Evan camina hacia su auto, lo enciende y se coloca los lentes. Samantha nota que el hombre misterioso sigue parado delante de ella, sin decir nada.
- Perdona a mi amigo, tiene problemas de carácter, sin contar que es muy mujeriego.
Samantha sonríe con su comentario.
- Si, lo noté, pero me pasa a menudo, así que estoy acostumbrada a toparme con hombres como él. Puedo defenderme perfectamente.
- Debes ser muy buena en artes marciales.
Robert se comienza a reír, y Samantha también, ella no puede negarse, él tiene una sonrisa contagiosa. Como una leve brisa que te pega en la cara y refresca la existencia.
- Debo irme.
Él dice y camina hacia su auto, Samantha tiende su mano para estrecharla con la suya pero cuando se da cuenta ya él está en su auto a punto de arrancar.
- Nos vemos, belleza.
Dice Evan y arranca su auto a toda velocidad, Samantha alza su mano despidiéndose de lo que acababa de pasar, se había topado con hombres millonarios, hijos de millonarios, en pleno centro de Nueva York, debían de tener sus propias empresas, Samantha quizo llorar, había querido estudiar Diseño de modas, pero tuvo que pausar su sueño para trabajar, además, era una carrera muy costosa, no tenía oportunidad. Miró que el autobús se detuvo frente de ella y se subió, iba a visitar a su padre al hospital, mañana tendría que conseguir un trabajo.
Un tirano de día, un playboy de noche. Esa es la reputación que precede a Robert Hoffman. Vive la vida como quiere, sin importarle la opinión de los demás. No le importa nadie, es completamente impenitente y no tiene ningún deseo de cambiar. Susana Smith trabaja para Robert como su asistente personal. Lo desprecia a él y a su ética cuestionable, pero soporta toda la basura que le dice, porque necesita el trabajo. Su objetivo final es mucho más importante que el abuso diario y las exigencias que tolera de su desagradable y tirano jefe. Hasta que un día, él le pide algo que nunca esperó. Un nuevo rol con un contrato personal: prometida en lugar de asistente personal.
Zane Levent es el exprometido de mi hermana. Heredero multimillonario y recién salido de prisión. Una mirada es suficiente para reavivar nuestro viejo odio. Ahora, me veo obligada a casarme con él. A vivir con él. A fingir que estoy enamorada de él. Pero él no sabe que nuestras vidas están enredadas en mentiras. No sabe que tengo un acosador. Y ahora, él también es un objetivo. Mi objetivo es sobrevivir. El suyo es hacer de mi vida un infierno.
Kevin Corner es el tipo de hombre que consigue lo que quiere, así que cuando decide que me quiere como niñera de su hijo, me hace una oferta que no puedo rechazar. Es una oportunidad increíble trabajar con niños como siempre quise, pero vivir bajo el mismo techo que este hombre enigmático es más difícil de lo que pensé que sería. Él es el director ejecutivo multimillonario de una empresa de inversiones, y yo me crié en hogares de acogida y uso marcadores Sharpie para pintar las marcas de mis zapatos. No tenemos nada en común... o al menos eso es lo que supongo.
Un accidente fatal dejó a Clara viuda. Su esposo Román había fallecido dejando a Clara embarazada y con incertidumbre. El hermano de Román, Raúl está dispuesto a ayudarla y que su hijo por nacer crezca con un padre. Raúl le propone un matrimonio falso, pero eso no es todo, la primera regla es: No enamorarse. Raúl y Clara viven juntos, pero no revueltos, hasta que Clara sufre otro accidente y queda con amnesia. No recuerda absolutamente nada, sólo que Raúl es su marido y el hombre que ama. Hasta que recobra la memoria y recuerda que Raúl es sólo su marido por contrato, pero cuando recuerda todo ya es demasiado tarde porque Raúl se ha aprovechado de la situación aún odiándola y viéndola como una simple mujer y la esposa de su hermano muerto.
Han pasado tres largos años desde que murió mi esposa, dejándome con nuestra hija recién nacida, y he cometido todos los errores que un padre podría cometer en el camino. No soy perfecto, pero lo estoy dando todo y esforzándome por mi pequeña hija y demostrarle que podemos salir adelante juntos, sólo ella y yo. Hasta que aparece una mujer en nuestra vida para cambiar mi plan de vida solitaria.
Mi negocio siempre ha sido mi bebé, y haré lo que sea necesario para asegurarme de que tenga éxito... incluso si eso significa fingir que estoy enamorado de una mujer que me odia y, además, soy el padre de su bebé.
La vida de Estelle era como un cuento de hadas, llena de amor y promesas. Sin embargo, la tragedia llegó el día de su boda. El padre de Estelle y los padres de Cristofer estuvieron involucrados en un accidente automovilístico que les quitó la vida al instante. La pérdida fue devastadora para Cristofer, lo que lo hizo caer en una profunda tristeza y enojo hacia Estelle. Una tragedia tras otra, Estelle se encuentra luchando contra el cáncer, la desilusión y el engaño. En un mundo donde todo parece perdido, Estelle debe profundizar para encontrar la fuerza para luchar por lo que más ama. **** La voz magnética pero fría de Cristofer sacó a Estelle de su ensueño: "¡Firma el papel de divorcio ahora!". Estelle se recostó, se sentó y preguntó: "¿Bebiste?". "No es asunto tuyo." "Beber es malo para el estómago". "Necesito beber para no sentir asco al tener sexo contigo". "¿No podías esperar para divorciarte de mí?" Su voz sonaba débil. Ella le dio la espalda cuando el humo casi la sofocó, y comenzó a toser de nuevo. "Sabes eso, ¿verdad?" Cristofer respiró deliberadamente una bocanada de humo en su dirección y se sintió inexplicablemente satisfecho al verla toser y temblar.
Tras ser drogada con sustancias afrodisíacas por su prima, Yvaine, pasó esa noche, su primera vez con un desconocido, que la salvó de perder su virginidad a manos del viejo que había contratado su prima para vengarse de ella. Por la mañana Yvaine, huyó, sin poder olvidar la experiencia más excitante y única, que había vivido en brazos de un hombre. La vida de la protagonista se desmoronó. Su tía la trató como una prostituta, su novio la dejó por su prima, descubrió que el hombre con el que pasó la noche era uno de los hombres más rico, e influyente de Estados Unidos, y finalmente descubre que está embarazada de gemelos. ¿Qué más podia salir mal?, ¿Qué podia hacer?, sólo le quedaba hacer una cosa, huir... Lo que nuestra protagonista desconocía era que, para Norman Miller, CEO de Miller Holding, y padre de sus hijos, ya había decidido, que, tras esa noche, ella es suya para siempre... Y él era un hombre que siempre tenía lo que quería. ¿Qué sucederá?
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
Durante tres años, Jessica soportó un matrimonio sin amor mientras su marido fingía impotencia. Sus mentiras se desvelaron cuando apareció una amante embarazada. Tras seis meses recopilando pruebas en secreto, Jessica se deshizo de él y construyó su propio imperio multimillonario. Tras el divorcio, se transformó en una figura irresistible, atrayendo admiradores. Un día, al salir de su oficina, se encontró con Kevan, el hermano de su exesposo. Él intervino, enfrentándose a ella: "¿Acaso era solo una herramienta para ti?". Los labios de Jessica se curvaron en una sonrisa tranquila mientras respondía: "¿Cuánta compensación quieres?". La voz de Kevan se suavizó. "Todo lo que quiero eres tú".
Yelena descubrió que no era la hija biológica de sus padres. Después de darse cuenta de que intentaban venderla por conseguir una inversión, la enviaron a su lugar de nacimiento. Allí descubrió que en realidad era la heredera de una familia opulenta. Su verdadera familia la colmó de amor y adoración. Ante la envidia de su supuesta hermana, Yelena superó todas las adversidades y se vengó, al tiempo que demostraba su talento. Pronto llamó la atención del soltero más codiciado de la ciudad. Él acorraló a Yelena y la inmovilizó contra la pared. "Es hora de revelar tu verdadera identidad, querida".
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?