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Isabela del Castillo se enfrenta a una situación que le cambiará para siempre su futuro. Un matrimonio arreglado con un rey de una tierra lejana es la última esperanza para la supervivencia de su reino. El amor de su vida le será arrebatado a la fuerza y en su lugar recibirá la venganza y el rencor de un hombre misterioso y complejo con el cual deberá compartir el lecho marital para sufrir un terrible juego de odio y seducción. Mentiras, secretos, intrigas y traiciones pondrán el mundo de Isabela de cabeza, al tiempo que la llegada de un poderoso conquistador prometerá entregarle nuevamente las mieles del deseo. Tres reinos y tres corazones quedarán en sus manos. ¿Podrá Isabela convertirse en la reina que todos esperan? ¿O su espíritu indómito prevalecerá y marcará un nuevo camino para la tierra conocida? ¿Ganara el odio o reinara el amor?
Cumpliendo la palabra
Un matrimonio por conveniencia estaba inscrito en su destino. Una decisión política para salvar el futuro del reino le condenaba a renunciar a su verdadero amor sin siquiera considerar su dolor.
El ruido de pasos apresurados, avanzando por el pasillo en dirección a la puerta de su habitación, la despertó de golpe, arrancándola a la fuerza de aquel sueño que le había costado tanto esfuerzo conseguir.
El pesar de tantas ideas dolorosas respecto a ese día que estaba por iniciar le había ocasionado una noche de sueño difícil y pesado, ese día en el que su rostro debía lucir resplandeciente y hermoso, en cambio, iba a exhibir los estragos del trasnocho.
― ¡Isabela! ―gritó Casandra al tocar con sus nudillos la gruesa puerta de roble― princesa, ¿cómo es posible que aún esté durmiendo?
Isabela escuchó con desgano aquel reclamo que le recordaba lo que ella quería olvidar. De a poco y mientras el embotamiento del sueño se disipaba, la realidad comenzaba a abrumarle de manera progresiva y abismal.
Sin darse cuenta, luego de evitarlo tanto, el día que tanto temía y el que al mismo tiempo le despertaba tanta expectación había llegado de golpe y sin darle chance a réplica.
Sus pies descalzos se apoyaron en el piso frío y ese insignificante detalle le llevó a considerar que dentro de poco los prados verdes y los días cálidos desaparecerían de su cotidianidad y, en cambio, pasarían sus días a ser bañados por lluvias torrenciales y vegetación mortecina.
De más estaba decir que el ánimo de la joven princesa del reino de Traines era de todo menos alegre. La pobre caminaba como un animal cuyo destino era la navaja del carnicero.
Cuando la puerta se abrió, Casandra, la criada mayor y encargada de los cuidados y atenciones de la joven princesa, ingresó a la habitación sin pedir permiso, estando casi a punto de arroyar a Isabela, lo que ocasionó un pequeño destello de gracia en la princesa, puesto que Casandra era así: atorada y sin frenos, pero sobre todo era su mejor amiga.
Casandra era cinco años mayor que Isabela, quien para ese momento apenas contaba con diecisiete años, a pocos días de cumplir los dieciocho, sin embargo, las dos chicas sin reparar en las diferencias de su clase social, una era la heredera al trono de Traines mientras la otra era una simple criada, eran inseparables y desde pequeñas habían establecido un vínculo de confianza y amistad que llegaba incluso a incomodar a los más ortodoxos defensores del comportamiento cortesano.
La confianza entre las dos mujeres era tanta que cuando Isabela se enamoró perdidamente de Fernando, la única persona que se enteró del asunto fue Casandra, su confidente fiel. Nadie más podía enterarse de ese amorío y Casandra se lo hizo saber a la princesa, puesto que el futuro de una relación entre una joven perteneciente a la más alta realeza y un general de rango medio no iba a resultar en un devenir positivo bajo ninguna circunstancia, pero a Isabela eso le importaba poco, en su idilio de amor nada importaba más allá de los ojos color cielo de su amado Fernando, llegando incluso a esbozar un plan de fuga que estuvo a punto de consumarse. De no ser por las noticias de los movimientos de las tropas de los Etienos, lo cual puso de cabeza todo el panorama de la tierra conocida, ella para ese momento quizás ya se hubiera entregado en brazos de Fernando en una lejana cabaña en algún lugar de un bosque perdido.
―Casandra deja el apremio que no estoy de ánimo y lo sabes bien ―Isabela cerró la puerta al tiempo que se daba la vuelta para quedar de frente a la criada.
Casandra portaba en sus manos un montón de parafernalias listas para adornar de manera innecesaria la belleza de la princesa, por lo cual Isabela suspiró. No es que ella fuese una mujer de alardes o presunción, pero ella sabía apreciar las verdades que el reflejo de su figura en el espejo le podían decir. Ella adoraba la forma en como los rizos de su cabello del color del otoño caían sobre sus hombros y sobre su pecho para enmarcar su busto de proporciones agraciadas, sus ojos color ámbar que resaltaban por el tono blanquecino de su piel que muchos comparaban con la porcelana siempre habían sido un detalle resaltado por los hombres que la cortejaban y su figura esbelta y de líneas delicadas, que eran una herencia de la figura que su madre exhibió en su lejana juventud, resultaban atrayentes para los miembros jóvenes de la corte real. Sin embargo, la moda y la costumbre dictaban que en una ocasión importante como aquella, Casandra se empeñara en añadir montones de firuletes y adornos innecesarios para adaptar la hermosura de Isabela a los cánones de belleza del momento.
Si Isabela de por sí ya era portadora de un mal ánimo por culpa de lo que estaba por vivir esa mañana, con aquella imposición de vestimenta se completaba para ella un cuadro de desánimo irremediable. Y es que no tenía manera de tener otro ánimo, si su corazón pertenecía a Fernando, de lo cual ella se encontraba convencida, la idea de tener que conocer a otro hombre que bien podía llegar a ser su futuro esposo por imposiciones de compromisos, era algo que nunca iba a ocasionarle agrado en lo absoluto.
―Vamos, princesa, que la corte del señor de Jarre ya debe estar por llegar a palacio.
Casandra se esforzaba por demostrar ante Isabela un ánimo neutral y comedido, pero muy en el fondo ella sufría por la mala suerte de Isabela, que de manera indirecta podría llegar a afectarla también a ella, ya que si el acuerdo de matrimonio se consumaba y la Princesa del reino de Traines, Isabela del castillo, debía desposar al señor de la tierra de Jarre, ella debía acompañar a su señora más allá del gran mar, lejos de su amado Anton. Sin embargo, y más allá de consideraciones personales, Casandra sufría por el dolor de su amiga. La pobre Isabela se encontraba forzada a renunciar a su amor por el joven Fernando para, en cambio, tener que abrazar la idea de casarse con un hombre del que ni siquiera sabía nada más allá de su nombre.
Por eso, antes de que Isabela diera muestras de quebrar su ánimo, Casandra dio un paso al frente y estrechó entre sus brazos a la joven princesa.
Rodeada por la calidez de ese abrazo, Isabela sintió un renuevo en sus fuerzas.
―Sé que no es fácil ―le dijo Casandra con aquella confianza de sentirse hablando con una amiga cercana―, pero recuerda que lo haces por tus padres y por tu reino.
― Lo sé ―respondió Isabela recordando el motivo que le mantenía en pie aún en medio de una situación tan difícil.
―Y recuerda que siempre existe la posibilidad de que el fulano Señor de Jarre sea un anciano que no te cumpla en la cama y lo puedas denunciar por incumplimiento de sus deberes maritales.
El comentario jocoso y desenfadado de Casandra logró el efecto deseado, pues Isabela comenzó a reír al escuchar esas afirmaciones su parte.
―Estúpida... en pocas palabras estás diciendo que prefieres que aparte de me toque casarme con un hombre desconocido, también quieres que sea un anciano decrépito.
Isabela respondió la ocurrencia de su amiga propinándole un jalón de cabello al tiempo que separaban su abrazo. El tiempo apremiaba y aún quedaba mucho por hacer.
¡Ella lo ha perdido todo! Su familia fue arrancada de su lado cuando las amenazas de sus enemigos se consumaron sin un mínimo de compasión. Emily Reyes ahora deberá levantarse de sus cenizas para recuperar lo que perdió. Ahora deberá romper los límites que le impusieron quienes quieren verla aplastada; Deberá levantar su voz para hacerse notar. Ahora es el momento de su venganza; la segunda oportunidad para su amor, la segunda oportunidad para poder estar por fin al lado de su señor Cavill. Su vida se verá transformada y ahora al fin podrá ser la mujer quien es en verdad. Los miedos y los temores ya no tendrán poder sobre ella: Ya no será por error, ya no más por obligación; ahora ella lo hará todo por el placer de ser la mujer que ponga sus mundos de cabeza.
¡Emily Reyes fue obligada a tomar una decisión impensable! ¡Abandonar al amor de su vida por salvar a su hermano! Las causas de su suplicio son viles y despreciables. Sus enemigos son muchos y sus métodos infernales, pero ella se verá obligada a tener que luchar contra la corriente y hacerle frente a los demonios de su pasado cuando su alma enamorada no sea capaz de encontrar las razones y los motivos suficientes para mantenerse alejada de su amado Señor Cavill. Revelaciones y traiciones se tejerán a su alrededor, mientras que una razón inesperada surge en su interior, haciendo que la llegada de una figura de su pasado esté a punto de poner su mundo de cabeza. ¿Podrá "Emi" soportar? ¿O será egoísta para decidir por su felicidad? Solo hay una decisión correcta y está en sus manos... ¿O en las de "Él"?
Emily Reyes se enfrenta a la vida como una guerrera solitaria que lucha por salir adelante por su hermano, quien es la única familia con la que cuenta y a quien necesita ayudar cuanto antes o de lo contrario la vida de él terminará sumida en un verdadero infierno. Su corazón enamorado del romance fantasea con encontrar un amor dulce y romántico que le permita conocer las mieles de una relación sana y estable. Lo que ella no puede anticipar es que en su primer día de trabajo en las Industrias Cavill, cuyo CEO es el hombre más codiciado por las mujeres y que al mismo tiempo es un total misterio, un contrato que termina firmando por equivocación, pondrá su vida de cabeza de maneras que ella ni siquiera es capaz de sospechar. Lujuria, traición, pasión, mentiras y secretos son solo algunos de los elementos que sumergirán la vida de «Emi» en ese caos cuyo epicentro será el apasionado CEO. ¿Tomará ella las riendas de sus propias decisiones o sucumbirá al mundo de placer prohibido al que él planea someterle?
Elizabeth Ruiz, esa joven dulce y valiente, tiene delante de si una decisión de vida o muerte; ella se enfrenta una difícil situación cuando la vida de su hijo se encuentra pendiendo de un hilo. Una decisión imposible que determinara su futuro la lleva a renunciar a su libertad para acceder a casarse con un hombre del que nada sabe. Maximiliano Benz, ese hombre serio, autoritario y poderoso, será el hombre que le haga conocer las amarguras de ese matrimonio arreglado solo para satisfacer los caprichos de un par de ancianos. Nada podía prepararla a "Eli" para hacerle frente al carrusel de emociones intensas y difíciles que enfrentará a partir de esa decisión, donde la vida que había llevado hasta ese momento se ve contrastada por el dolor de tener que remar contra la corriente, no solo para soportar esa relación de amor/odio que con Maximiliano comenzará a vivir, sino también para soportar las artimañas llenas de maldad de quienes buscan su ruina a toda costa. Una historia repleta de intensidad desde la primera línea, te hará vivir en carne propia esas emociones intensas que Eli experimentara cada vez que ese hombre se acerque a ella para despertar ese fuego que promete quemarle, bien sea por el amor o por el odio, pero que sin dudas dejara cicatrices de pasión en su corazón.
No fue mi elección nacer hija de la mafia, pero elegí ser la esposa de la mafia. Después de la muerte de mi padre, mi abuelo era demasiado viejo y vulnerable para defender a nuestra familia de los enemigos de mi padre. Y la única forma de asegurar nuestra supervivencia era que yo me casara con el jefe del poderoso clan Mellone. Mi dote es un pedazo de tierra codiciado por el mismísimo jefe del clan. Yo, Giulia, odio a mi novio. Ya lo he dicho. Lo odio con una pasión feroz, que hace arder mi cuerpo Detesto todo lo que tiene que ver con él: su insufrible arrogancia, su sonrisa burlona, sus peligrosos ojos grises metalizados y su corazón corrupto y vicioso. La forma en que todos se someten patéticamente a cada una de sus palabras y se apresuran a servirlo como si fuera una especie de dios me irrita muchísimo. Pero lo que es peor, odio la vergonzosa forma en que mi cuerpo responde al suyo. Tiemblo por él. La intensidad de mi deseo puro me sorprende y me repugna. ¿Cómo puedo desearlo tan desesperadamente si lo odio tanto? Es como si fuera el mismísimo diablo y me hubiera hechizado.
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Ethan siempre consideró a Nyla una mentirosa, mientras que ella lo veía a él distante e insensible. Nyla había acariciado la idea de que Ethan la quería, pero se sintió fríamente rechazada cuando se dio cuenta de que su lugar en el corazón de él era insignificante. Como ya no podía soportar su frialdad, dio un paso atrás, solo para que él cambiara inesperadamente de actitud. Ella le desafió: "Si confías tan poco en mí, ¿por qué me tienes cerca?". Ethan, que antes se había comportado con orgullo, ahora estaba ante ella y le suplicó desesperado: "Nyla, he cometido errores. Por favor, no te alejes de mí".
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
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