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Camila Jonhson una exitosa empresaria que logró escapar de una relación tóxica y violenta a tiempo. Destrozada por la ruptura con su prometido,se encuentra con Fabián Diaz un joven y apuesto ejecutivo que conoció en el momento menos esperado y cuando más lo necesitaba. Ambos dejarán que el destino conspire para unirlos o alejarlos,sin embargo, volverán a encontrarse en el mundo empresarial cuando Camila tome el control de la cervecera más importante del país. Camila será jefa inmediata de fabián y tendrá que hacer a un lado los sentimientos para no afectar el ambiente laboral. Una relación amorosa fuera de lo ordinario y común, que se enfrentara a diversas complicaciones con sus respectivos momentos gratos. Lamentablemente no todo termina con un final feliz.
Toda mi vida eh tenido la creencia de que el destino es el conjunto de decisiones tomadas y eventos inesperados, que al final terminan conspirando para que llegues a ese punto en tu vida que tanto deseabas. Donde dejaras de creer en las casualidades y te convertirás en un fiel creyente de que nada está escrito y todo se construye. Sin embargo, al tomar las decisiones incorrectas tal vez no llegues a ese punto o tardes aún más en llegar. O al menos eso pensaba hasta esa inolvidable noche sin estrellas.
Hace 30 días ocurrió la casualidad más bonita de toda mi vida, un paseo nocturno para organizar mis ideas y respirar un poco de aire fresco, termino convirtiéndose en una parte fundamental de mi historia. Una mujer de no más de 30 años solitaria y sentada en una banca del parque central en la colonia Roma, sin razón o motivo aparente. Algo sumamente extraño, ya que no acostumbras a ver una mujer llorando a las 10 de la noche sin darle un significado paranormal.
Mi historia comenzó a escribirse desde que toque su hombro intentando consolar su llanto que parecía interminable. Moria por saber cuál fue el causante de aquel abrumador dolor, pero no tenía idea de cómo empezar la charla. Inmediatamente volteo para verme un tanto asustada y lo único que dijo fue: - Solo quiero estar sola. -
- No puedo dejarte sola a esta hora y en ese estado, sé que no me conoces, pero déjame ayudarte. - Algo me decía que debía hacer algo por ella, en estos tiempos no es seguro para ninguna mujer estar sola a estas horas de la noche. Pasaron unos treinta minutos y no dijo ni una sola palabra, tome asiento a su lado derecho con timidez. Evidentemente no era el momento para entablar una conversación, así que permanecí a su lado en silencio hasta las once y media de la noche.
- ¿Por qué el amor es tan complicado? - Pregunto con una voz cansada y con la garganta quebrada.
- No lo sé, no soy un experto en el amor, pero supongo que nosotros somos los que lo hacemos complicado. -
- Quizás tengas razón, somos débiles al enamorarnos de la persona equivocada. - Mis sospechas eran ciertas, su sufrimiento se debía a alguna desilusión en el amor. Solo la perdida y el desamor puede provocarte tal sufrimiento.
- Enamorarte no te hace débil, te hace ser humano. No podemos elegir de quien enamorarnos, si fuese algo controlable créeme que no habría tantos corazones rotos. - Aquella chica dejo de ver a la nada y clavo sus ojos sobre mí con sorpresa. Tomé el pañuelo del bolsillo de mi saco y lo extendí hacia ella. Lo tomo y limpio sus lágrimas desde los parpados hasta sus mejillas, exhalo fuertemente para liberar su nariz. Parecía que se había decidido a no derramar más lágrimas, al menos por esta noche.
- Ya han sido suficientes lágrimas, guárdalas para alguien que valga la pena. - Dije con delicadeza intentando no incomodarla. - Es fácil decirlo, pero hasta este momento has dicho las palabras exactas. Marcos es un reverendo idiota. - Contesto con una ligera sonrisa que pintaba su rostro con un poco de optimismo. -No lo conozco, pero apuesto que sí. - Conteste con un poco de sarcasmo incluido.
- ¿Sabes?, hubiera preferido una infidelidad a esto que me hizo. - Subió su tono de voz debido a su molestia al recordar los hechos, no sabía que responder, ya que no tenía la menor idea de lo que ese tal Marcos le habría hecho. Permanecí en silencio por un par de minutos que parecieron eternos. Prefería ahorrarme mis comentarios a decir algo que termine con esta conversación y con mi intento por hacerla sentir mejor. - Me engaño, me hizo creer que era otra persona. Al principio de nuestra relación era el hombre más dulce y tierno de todo el mundo, hasta ese maldito día en que nuestros padres pactaron al matrimonio por conveniencia de ambas familias. El sintió que me tenía segura y comenzó a quitarse el disfraz que llevaba puesto. En un inicio creí que sus celos eran algo normal, una etapa de nuestra relación que estaba madurando. Tenía la esperanza de que esa etapa terminaría, pero no era así, fue subiendo de nivel hasta que ocurrió lo del día hoy. - Sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas y se detuvo, doblo el pañuelo y limpio sus ojos de nueva cuenta, tomo aire y siguió conversando. - Los celos llevaron a las discusiones, los gritos y después a los apretones de brazos, a las bofetadas, luego a los golpes en lugares que no sean visibles para no levantar sospechas, y siempre acompañada de un perdón vació y una promesa hueca de no volver a hacerlo. Aunque en el fondo sabía que ese terrible episodio se repetiría una y otra vez. - Se detuvo de nueva cuenta intentando organizar sus ideas o quizás esperando a que le dijera algo alentador. - Dudabas en terminar esa relación porque creías o crees que aun sientes amor hacia él y de alguna manera tienes la esperanza de que cambiara. Pero los tipos violentos son como el tipo alcohólico que promete dejar de beber y al poco tiempo vuelve a tomar. Una persona con ese desequilibrio necesita ayuda profesional. - Una pequeña y discreta sonrisa se alcanzó a escapar, un gesto encantador. Eso atrajo mi atención hacia sus labios carnosos con residuos de labial color durazno.
- Parece que entiendes a la perfección las relaciones humanas y el amor. - Contesto.
- No precisamente, pero también pase por una desilusión amorosa similar. Y desde ese día eh investigado sobre el amor, un poco de filosofía, psicología entre otros temas. En un principio con la intención de distraer mi mente, pero después le tome el gusto. Y en especial quisiera saber todo sobre el amor, aunque sé que es casi imposible porque no conozco a nadie que tenga el conocimiento suficiente para saber que hacer en estas situaciones. -
- Que giros inesperados da la vida, veme aquí contando mis problemas a un completo extraño que podría ser un psicópata. - Respondió sarcásticamente, esta vez con una gran sonrisa que, a pesar de la escasez de luz, permitía ver la blancura de sus dientes.
La noche avanzaba con rapidez, el aire frío comenzaba a incomodarnos a ambos, no teníamos el abrigo suficiente que nos mantuviera calientes. Ella tiritaba una y otra vez, así que me quite el saco para ponerlo sobre sus hombros, un gesto de amabilidad que agradeció. - Es grato ver que los caballeros aún existen. -
- Cambiamos las armaduras por trajes como podrás ver. - Respondí sonriendo. Hay algo en esta mujer que me atrae demasiado. Si pudiera describir que es ese algo podría no ser real. - Te parece si caminamos un poco, las piernas comienzan a entumirse. -
- Claro, vamos. - Dijo, poniéndose de pie como un resorte. Caminamos a través de la obscuridad de la noche, escuchando el sonido de las hojas que se movían con el aire. Tenía la impresión de que eran las 3 de la tarde, no tenía prisa alguna. Un sábado de madrugada común y corriente, estaría en casa viendo alguna serie de televisión con un tazón de pretzel. Pero tengo la fortuna de estar con una mujer interesante y una buena charla, es todo lo que necesito en estos momentos.
- ¿Quieres que te acompañe a casa? - Pregunte.
- Mi departamento está un poco retirado de aquí, vivo en Interlomas. No te preocupes pediré un Uber. - Por la zona en la que dice vivir, puedo asegurar que viene de una buena familia y tiene una libertad financiera enorme.
- Podemos ir a mi departamento por el auto, en verdad no tengo problema en llevarte. Está a unas 5 cuadras de aquí. -
- ¿Crees que iré a la casa de un extraño? - Contesto, con un tono de vos dudoso, no podía descifrar si estaba bromeando o estaba hablando enserio.
- Llevamos casi una hora charlando, conozco una fracción de tu vida. Eso me quita la etiqueta de extraño. - Dejamos de caminar y me miró fijamente a los ojos, como si intentara ver a través de ellos algo que le dijera que era de fiar, no lograba sostenerle la mirada más de 3 segundos. ¿Qué clase hechizo es este?
- Esta bien, no sé. Pero siento que puedo confiar en ti, espero no volver a equivocarme. - Ambos sonreímos, y seguimos caminando. Fui guiándola hasta llegar al edificio 22 de la calle Hidalgo, busqué las llaves en las bolsas del pantalón, pero no estaban ahí, estaban en los bolsillos del saco. A esta hora el guardia que cuida el edificio se encuentra en los brazos de Morfeo durmiendo profundamente.
- ¿Puedo tomar las llaves? - Dije señalando el bolsillo derecho del saco que ahora ella llevaba sobre sus hombros. Por accidente su mano alcanzo a rozar con la mía, estaba helada. Se estaba muriendo de frio, pero no se atrevió a decírmelo. Tomé las llaves y al intentar insertar la llave en la chapa, me di cuenta de que mis manos estaban temblando, no sé si por el frio o por los nervios de tener una mujer a mi lado a punto de entrar a mi hogar. En algún momento prometí no volverme a enamorar, ya no creo que pueda cumplir esa promesa.
Entramos y caminamos hasta el ascensor, subimos al piso 4 y ahí caminamos a la derecha hasta llegar mi departamento, abrí la puerta y la invité a pasar. Ella seguía mirándome de la misma manera, pero al final accedió y entro. - Dame un momento, deje las llaves en mi recamara. De pronto, tomo mi mano derecha para evitar que entrara a la habitación. Mi corazón se agito uy comenzó a palpitar a prisa, como si estuviese corriendo un maratón de diez kilómetros.
- Déjame pasar la noche aquí, por hoy no quiero dar explicaciones a mis padres. -
No voy a negar que por un momento pensé en sexo, más sin embargo ella no es ese tipo de mujer. Tiene su corazón herido y sé que puedo sanarlo, pero no de esa manera, no quiero un amor de una noche, prefiero el camino difícil.
Se que la inspiración llego de su mano, lo sé porque desde ese día logre escribir párrafos e incluso hojas completas, una habilidad que no poseía. Me convertí en el escritor de nuestra propia historia, una historia que espero no tenga un final o de lo contrario no me atrevería a escribirlo.
Escrito por Fabián Díaz.
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