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No todo el tiempo el Rey de la mafia tiene el control de las cosas. Maggie es una excelente detective, tiene un pasado muy triste. Tristeza ocasionada por los delitos de Sebastián Salvatore. Un hombre peligroso. Se enamora de Maggie sin saber que sus besos eran falsos y todo por destruir su reinado.
MAGGIE
Me despierto con los ojos cegados por los rayos del sol que brillan a través de las cortinas colgadas en mi habitación. Me doy la vuelta en la cama, cogiendo el teléfono para ver la hora, y me levanto inmediatamente de la cama.
Joder.
Mientras empiezo a frotarme los ojos cansados y me apresuro hacia el baño conectado a mi habitación, oigo un suave golpe en mi puerta.
-Entra-, bostezo.
Por un momento hay silencio, así que aprovecho para abrir el agua de mi ducha. El sonido de los pasos ligeros queda ahogado por la lluvia que cae.
Me giro hacia mi tocador y empiezo a cepillarme los dientes mientras tanto. Miro fijamente mi reflejo y me fijo en la alta pelirroja que está detrás, con su delgado cuerpo apoyado en el marco de la puerta.
-Estaba comprobando si estabas despierta para tu trabajo. Es tu primer día-, sonríe como una madre orgullosa.
Valerie siempre se ha comportado como una segunda madre para mí, a pesar de ser sólo un año mayor. Su energía no irradiaba más que paz y confort. Tenía que ser la persona más cariñosa y sin prejuicios del mundo. También ha sido mi mejor amiga durante la última década, lo sabía todo sobre mí, además del hecho de que soy una espía.
-Gracias, pero deberías haberme despertado antes-, escupo la pasta de dientes de mi boca en el fregadero, -solo tengo una hora para prepararme y llegar-, me río.
Poniendo los ojos en blanco, la sacude y me dice buena suerte mientras sale de mi habitación.
Termino de cepillarme los dientes y de lavarme la cara antes de entrar en la ducha. Dejo que el calor me cubra y siento un pesado pozo en el estómago que me agobia. Me siento culpable por haberle mentido sobre lo que hacía para ganarme la vida, pero es lo mejor. Lo único que sabe de este trabajo es que soy la asistente de un rico director general imbécil que heredó el negocio de su padre. Fue la mejor mentira que se me ocurrió en poco tiempo.
Me doy una ducha rápida y, una vez terminada, me visto con un traje pantalón de color hueso que deja ver mis curvas sin ser demasiado escandaloso, ya que trabajo en un entorno profesional. Lo combino con mis zapatos de tacón Louboutin en color nude.
Me apresuro a sentarme en el sillón de felpa frente a mi tocador y me peino el pelo enmarañado, casi golpeándome la cabeza por la frustración. Sin embargo, no tengo la oportunidad de hacerlo porque mi teléfono vuelve a vibrar en la madera. Me tomo un segundo para ver quién puede estar llamando tan temprano y en el identificador de llamadas aparece el nombre de Violeta.
Contesto la llamada y la pongo en el altavoz para poder planchar mi pelo hasta que salga vapor.
-¿Dónde estás? Llevo veinte minutos fuera del Starbucks, Maggie-, despotrica. Pude escuchar su frustración a través del teléfono.
-Um, yo, sólo estoy cogiendo mis llaves, estaré allí,-
Me rocío el pelo para mantener los cabellos sueltos y empiezo a maquillarme. Algo sencillo, sombra de ojos marrón y pintalabios nude después de cubrir mis manchas y ojeras.
-Mentira Maggie, pude escuchar cómo te maquillabas-.
Joder. Mierda. Bolas.
Salto de mi asiento y cojo mi bolso que está lleno de documentos. Vuelvo a mirar la hora en mi teléfono y me quedan veinte minutos y sólo agradezco que vivo a menos de diez minutos de mi trabajo.
Mi pecho se levanta y mi respiración se entrecorta cuando la fría brisa me abofetea en la cara en cuanto abro la puerta de mi complejo de apartamentos. Siento un escalofrío en la columna vertebral y se me eriza la piel.
-Estoy a cinco minutos-, suspiro mientras me apresuro y cuelgo el teléfono.
Conocí a Violeta hace unos dos años en una misión que en realidad fue la primera en la que la ayudé a asistir. No salió tan bien como estaba previsto pero lo solucionamos y desde entonces se convirtió en mi asistente y hemos hecho la mayoría de nuestras misiones juntas.
•
Entré en el gran vestíbulo, las puertas giratorias eran totalmente de cristal, las múltiples ventanas alrededor iluminaban toda la zona, el suelo es de un precioso mármol y los sofás son largos y curvados cubiertos de terciopelo negro.
El ambiente es moderno y mi cuerpo se llena de nerviosismo. Yo era el mejor agente en mi antiguo trabajo, pero este era un lugar nuevo con gente nueva a la que tenía que demostrar mi valía, incluso con todas las cosas buenas que se decían de mí.
Violeta y yo nos dirigimos a la recepción con la cabeza alta. Me encantaba que su confianza coincidiera con la mía, era genial ver que las mujeres se valoraban a sí mismas y eran conscientes de su autoestima. Fue una tarea difícil, pero valió la pena.
-Hola, soy Maggie García y esta es mi asistente Violeta Smith, estamos aquí para conocer al agente Tim Gómez-. Informé a la mujer detrás del escritorio.
La mujer nos miró antes de volver a prestar atención a la pantalla de su ordenador. Los chasquidos procedentes del teclado interrumpen el incómodo silencio.
Suspiró y nos dedicó una sonrisa apretada como la perra amargada que está resultando ser:
-La oficina de la agente Gómez se encuentra en la planta treinta. La llamaré para avisarle de que pronto estaréis allí-, dice cogiendo el teléfono de su despacho.
Le damos las gracias y nos dirigimos por el pasillo hacia los ascensores.
-Me cago en los ladrillos-, suspiro en cuanto se cierran las puertas del ascensor. Miro fijamente los números viendo cómo suben más y más.
-Yo también-, responde ella.
Mientras tanto saco la carpeta que me dio mi antiguo jefe. Estaba llena de información sobre esta misión que voy a realizar.
El ding de nuestra llegada fue fuerte y claro. Mi estomago cayó cuando el ascensor se niveló y pude escuchar nuestra bienvenida tan pronto como las puertas dobles se abrieron.
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