/0/6488/coverbig.jpg?v=20220710020437)
Después de todo lo ocurrido, tras las peleas y las mentiras, Daniel y Heather parecen haber empezado su vida en común sin problemas. Pero el pasado de Álvarez volverá para poner su amor a prueba. ¿Podrá Dani luchar esta vez contra sus demonios? ¿Bastará el amor que se tienen para superarlo todo?
Heather
Dicen que Sevilla tiene un color especial. Que todo en ella te envuelve de una manera increíble.
Aunque lo cierto es que yo no tengo claro si se trata de la ciudad o de él, pero desde que llegamos hasta hoy, me siento de maravilla. Feliz. Plena. Libre.
-¿Me ayudas con la brocha? -mi pidió, girando el cuello para poder mirarme. Su ceño se frunce divertido y me pone esa sonrisa de lado, esa tan característica ya en él.
Asiento, aunque no me muevo de mi sitio sentada sobre la mesa. Me tiene tan... cautivada. Y la verdad es que estaba disfrutando del espectáculo de sus músculos contrayéndose y relajándose mientras movía el rodillo arriba y abajo contra la pared.
Aparto mi mirada de la suya durante unos segundos para fijarla en el bote de pintura color crema que compramos nada más llegar y sonrío.
Esta mañana me ha despertado a las siete porque teníamos mucho que hacer, y la verdad es que no hemos hecho gran cosa desde entonces.
-¿Ahora te entran las prisas? -Dani alza una ceja-. Has tenido todo el fin de semana para pintar la puta pared.
-Cierto, pequeña -deja el rodillo sobre unos periódicos tirados de cualquier forma en el suelo y viene hacia mí como a cámara lenta-. Pero alguien, por lo que veo muy mal hablada, me ha estado distrayendo.
Introduce su mano en el interior de mi camiseta. Su camiseta. Y acaricia la parte baja de mis pechos, haciéndome suspirar.
-Eso no es verdad.
-Oh sí que lo es. Y eres demasiado tentadora como para decirte que no.
-Touché -le saco la lengua.
-Y ahora, amor, ¿me ayudas a pintar nuestra casa? -pregunta, recalcando la palabra nuestra.
Siento mariposas en el estómago por ello. Y porque todavía siga acariciándome por debajo de la camiseta con sus manos llenas de restos de pintura.
Quiero responderle, pero cuando voy a abrir la boca para decirle alguna burrada, la brocha que tengo (o más bien, tenía) a mi lado impacta contra mi mejilla, llenándola así de pintura.
Doy un salto hasta bajarme al suelo, dándole un empujón. Intenta detenerme, pero solo consigue que el pincel de la brocha vuelva a impactar contra mí, solo que esta vez mancha la camiseta.
-¡¿Qué coño haces?! -grito. Dani explota en carcajadas.
Vale. A lo mejor sí que me he vuelto un poco mal hablada.
-Creo que deberías quitarte la camiseta. Está un poco manchada por... aquí.
-Eres idiota.
Mojo una de mis manos en la pintura y la coloco después en su cuello, manchándole. También le quito la brocha de las manos y hago lo que él ha hecho conmigo: llenarle la cara de pintura.
-Eres lo peor -me juzga. Aunque sé al instante que, a pesar de que su tono sea duro, que me esté quitando la camiseta disipa su mini enfado-. Nunca vamos a terminar de arreglar esto. Lo sabes, ¿verdad?
Su voz suena ronca, y puedo notar cómo su respiración se ha vuelto más profunda.
Esta vez es él quien moja sus dedos en la pintura para acercarlos a mi cuerpo, ahora desnudo. Y cuando sobre mi estómago escribe un "TE QUIERO", así, en mayúsculas, sé que sus palabras son certeras.
Nunca vamos a terminar de arreglar el apartamento.
Rebeca odia a Marco. Odia que sea tan arrogante y prepotente y que siempre actúe como si no le importase nada ni nadie. Y también odia que, aun siendo el hermano mayor de su mejor amiga y habiéndose cruzado con él varias veces, haga como si ella no existiera. A Marco le gusta jugar. Lo que no esperaba es que su último juego fuese a ser su mayor perdición.
Hace tres años, Avery quedó maltratada y sola por el hombre que más amaba, Dylan, pero ella completó valientemente la ceremonia de la boda mientras estaba embarazada. Tres años después, aunque estaban casados, con el tiempo se distanciaron. Avery se centró en su carrera y ya no creía tontamente en el amor. Pero su transformación instantáneamente hizo que Dylan entrara en pánico... ¿Y cuál es el secreto de hace 11 años que Avery siempre se ha mostrado reacia a revelar? *** "Fue a un bufete de abogados, se reunió con un abogado..." ¿Un abogado? ¿Avery está demandando a alguien? ¿OMS? ¿Existe algún litigio reciente contra la empresa? De repente, Dylan se rió entre dientes con frialdad: "¿A quién podría demandar? Soy el director ejecutivo de esta empresa. ¿Cómo es que ese asunto no me llega a mí primero?" La asistente tragó nerviosamente y habló en voz baja: "Señor, no hay ningún litigio contra la empresa. Se reunió con... un abogado de divorcios".
Paola Fischer vive un matrimonio aparentemente feliz hasta el día en que, al regresar a casa, encuentra a su esposo, Lucas Hotman, en la cama con su secretaria, Rose Evans. La traición la deja destrozada, y, sin saber cómo enfrentar el dolor, se marcha de su hogar. Esa noche, en un bar, conoce a un enigmático desconocido que le ofrece una compañía inesperada. Buscando escapar de su desilusión, Paola se entrega a una noche de pasión con él, dejando que el dolor de su traición se diluya en la intimidad. Al día siguiente, trata de seguir adelante, pero pronto se enfrenta a una sorpresa que cambia el curso de su vida: está embarazada, y el padre no es Lucas, sino aquel hombre al que apenas conoció.
Scarlett nunca pensó que su apacible vida sufriría en un día cambios tan grandes. ¡Su mejor amiga Megan era su hermanastra! Megan y su madre planeaban quitarle a Scarlett todo lo que tenía, incluyendo su riqueza, su estatus, su padre e incluso su novio. Le tendió una trampa a Scarlett para destruir su virtud. Pero, ¿por qué el hombre que yacía junto a Scarlett no era el que Megan encontró? Despiertos, los dos desconocidos empezaron a rastrear la identidad del otro. Pero la identidad de este hombre conmocionó a Scarlett. ¡Era el director ejecutivo más rico Ryke Méndez!
Jennifer Bennett, la legítima heredera de los Bennett, luchó denodadamente por el reconocimiento de su familia, solo para verse eclipsada por una impostora. Enfrentada a falsas acusaciones, acoso y humillación pública, Jennifer acabó renunciando a ganarse su aprobación. Con la promesa de superar la injusticia, ella se convirtió en la pesadilla de quienes la agraviaban. Los esfuerzos de la familia Bennett por doblegarla no hicieron sino alimentar su éxito, llevándola a la altura con la que sus rivales solo podían soñar. Alguien le preguntó: "¿Te sientes defraudada por tus padres?". Con una sonrisa tranquila, Jennifer respondió: "No importa. Al final, el poder prevalece".
La vida de Estelle era como un cuento de hadas, llena de amor y promesas. Sin embargo, la tragedia llegó el día de su boda. El padre de Estelle y los padres de Cristofer estuvieron involucrados en un accidente automovilístico que les quitó la vida al instante. La pérdida fue devastadora para Cristofer, lo que lo hizo caer en una profunda tristeza y enojo hacia Estelle. Una tragedia tras otra, Estelle se encuentra luchando contra el cáncer, la desilusión y el engaño. En un mundo donde todo parece perdido, Estelle debe profundizar para encontrar la fuerza para luchar por lo que más ama. **** La voz magnética pero fría de Cristofer sacó a Estelle de su ensueño: "¡Firma el papel de divorcio ahora!". Estelle se recostó, se sentó y preguntó: "¿Bebiste?". "No es asunto tuyo." "Beber es malo para el estómago". "Necesito beber para no sentir asco al tener sexo contigo". "¿No podías esperar para divorciarte de mí?" Su voz sonaba débil. Ella le dio la espalda cuando el humo casi la sofocó, y comenzó a toser de nuevo. "Sabes eso, ¿verdad?" Cristofer respiró deliberadamente una bocanada de humo en su dirección y se sintió inexplicablemente satisfecho al verla toser y temblar.
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".