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El invierno había llegado, los copos de nieve cayeron sobre mí haciéndome ver lo cerca que estaba del fuego. No había compasión en él cuando la luna reinaba en el oscuro firmamento, solo había dolor y odio. Seguí las señales, había respuestas a preguntas no antes hechas, debía correr, debía ocultarme de él y aún así, escogí quedarme donde no debía. El amanecer llegó, la oscuridad de su alma fue alumbrada por los primeros rayos de sol. Entonces vi su verdad, la verdad enterrada en su ser desde siempre, en sus ojos estaban las preguntas a las respuestas que ya tenía. Había dos personas habitando un mismo cuerpo, ellos eran diferentes, compartían un cuerpo pero jamás un corazón. Incluso si el cielo y el inframundo estaban en él, me quedaría porque mi corazón se había entregado a su oscuridad. "Sé que pronto lo revelarás. Lo descubrí, está en tus ojos. Personalidad múltiple, lo llaman. Yo lo llamo muerte y eternidad, blanco y negro, tú y él"
El diario estaba escrito, las páginas del libro habían llegado a su fin, y si había una tinta que pudiera escribir la segunda parte de esta historia, sé que aún no había nacido el creador de ella. O es que quizá, el creador estaba frente a mí.
Sus ojos me miraron, la noche cayó, la dulzura en ellos quedó enterrada por el odio de quién se estaba presentando.
Las cadenas del miedo que me ataban y me hacían quedar quieta mirando de lejos su dolor, por fin me soltaron.
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza al ver su mirada segundos más tarde. Él ya no era Sang Hyun-min.
Su cabello largo rizado, sus labios, su piel, su cuerpo entero seguía siendo el mismo. Sin embargo, él no era la persona de la que debí enamorarme. Él era la parte oscura a la que mi corazón se entregó. Nunca debí mirarlo, debí de haber huido tan pronto como su mirada oscura se posó en mí, no debí de haberlo visto, no debí escuchar su voz pero sobre todo... no debí sentir lo que siento por él, por el segundo hombre que ocupa este cuerpo tan pronto como la luna alumbra nuestros caminos en las frías noches. Simplemente, no debía caer al precipicio por Sang Seung-ho.
Y si Sang Seung-ho y Sang Hyun-min habitan el mismo cuerpo, ¿por qué mi corazón late desenfrenadamente cuando Sang Seung-ho me mira con los mismos ojos que me miraron segundos atrás?
Mis ojos se cerraron tan pronto como hombres de negro me hicieron su presa. En mi mente solo él apareció. No había nada que hacer, mi cuerpo y mi mente dejaron de ser conscientes del medio.
Ella no tenía la culpa de nada, ella no debió de haber aparecido en mi camino y sin embargo, lo agradecía.
Tan pronto como bajé de mi moto mal aparcada, corrí al hospital, tenía y necesitaba saber de ella. La duda y la culpa me estaban matando al momento.
Hablé con la recepcionista, ella me dio el número de la habitación, subí por las escaleras corriendo hasta llegar a ella. Su habitación estaba cerrada. Nadie parecía estar esperando por ella, afuera.
Abrí la puerta sin perder un segundo más, mi mirar la buscaba desesperadamente.
- ¡I Jin-sun! -Pronuncié entrando.
Frente a mí, estaba ella. Sobre la cama.
Me acerqué con pasos lentos, ella no estaba consciente aún, cualquiera que la viera solo pensaría que estaba dormida, tan dormida como esa vez que tuve que cargarla en mi espalda hasta llevarla a casa.
La culpa comenzó a reinar en mi corazón, mis lágrimas buscaban hacerse presente. Quería tocarla y darme cuenta que no era un sueño que la tuviera aquí, necesitaba de ella. Sin más, mi mano se acercó a su rostro. Comencé acariciando su cabello oscuro no muy largo, después su frente, sus mejillas y por último, sus labios. Los mismos labios que había besado hacía no mucho tiempo. Ella no se movía en lo absoluto, mi corazón latió aliviado en cuanto supe que no estaba grave. No había ningún rastro en su rostro de lo que había pasado, su tersa piel estaba intacta.
Ella no era responsable de nada de lo que pasaba en mi vida, ella solo quiso ayudarme y yo nunca lo valoré, ahora que es tarde, solo parece verse envuelta entre dos personalidades completamente distintas, y el destino obligándola a escoger a una sola. Qué injusto para ella.
-I Jin-sun, ¿de quién te has enamorado, de Sang Hyun-min o de Sang Seung-ho? -Pregunté sabiendo que no obtendría respuesta.
Sostuve su mano queriendo que abriera los ojos, seguía sin reaccionar.
¿Por qué haberme conocido le costaba tanto?
- ¿Quién te secuestro I Jin-sun? -Pregunté sintiendo un nudo en la garganta y de mis ojos, a punto de dejar caer una lágrima sobre su mejilla.
Sus dedos comenzaron a moverse entre mis manos. Sus labios se abrieron poco a poco. Iba a hablar después de tanto.
-Sang Seung-ho -. Susurró sin fuerza.
Mis ojos se dilataron debido a la sorpresa. Ella, ¿me había nombrado a mí y no a Sang Hyun-min?
- ¡I Jin-sun! -Moví sus manos queriendo que despertara y me llamara otra vez.
Simplemente no debí de haber escuchado bien, yo no, no soy quien debía estar en su inconsciente. ¿Por qué no lo llamó a él, a Sang Hyun-min?
- ¡I Jin-sun! -Continúe intentando despertarla para hacerla repetir mi nombre.
En ese momento, los doctores entraron preocupados. Me alejé un poco para darles paso.
- ¿Qué pasa? -Preguntó uno de ellos.
-Ella, ella dijo mi nombre.
-Con permiso, por favor.
Dos doctores se acercaron a revisarla. Estaba atento a sus acciones hasta que mi celular sonó, quise hacer esperar a quien sea que llamara pero mi celular nunca dejó de sonar.
Contesté.
- ¡¿Si, diga?!
- ¿Sang Seung-ho? -Preguntaron. Era el hermano de I Jin-sun.
- ¿Qué pasa, los encontraron?
-Encontramos a los secuestradores de mi hermana. Sang Hyun-min es el responsable. Sang Seung-ho, debo decir que lo siento, por haberte culpado. Te ofrezco una disculpa. -Lo oí decir sinceramente.
-Olvídalo-. Colgué no dándole importancia.
Miré a I Jin-sun, los doctores no terminaban de revisarla. No había tiempo que perder, ella ahora se encontraba en buenas manos. Sin querer irme, lo hice.
Sang Hyun-min me pagará una a una. No me importa usar la mitad de la vida que me corresponde solo para destruirlo, lo enterraré en mis más profundos recuerdos, él jamás volverá a mirar a I Jin-sun. Lo juro. Ni Sang Hyun-min volverá a mirarla a través de los mismos ojos que yo la veo, ni ella volverá a ser dañada por ninguno de los dos, así tenga que alejarme... para siempre.
O es Sang Hyun-min o soy yo, pero no los dos a la vez.
El invierno había llegado, los copos de nieve cayeron sobre mí haciéndome ver lo cerca que estaba del fuego. No había compasión en él cuando la luna reinaba en el oscuro firmamento, solo había dolor y odio. Seguí las señales, había respuestas a preguntas no antes hechas, debía correr, debía ocultarme de él y aún así, escogí quedarme donde no debía. El amanecer llegó, la oscuridad de su alma fue alumbrada por los primeros rayos de sol. Entonces vi su verdad, la verdad enterrada en su ser desde siempre, en sus ojos estaban las preguntas a las respuestas que ya tenía. Había dos personas habitando un mismo cuerpo, ellos eran diferentes, compartían un cuerpo pero jamás un corazón. Incluso si el cielo y el inframundo estaban en él, me quedaría porque mi corazón se había entregado a su oscuridad. "Sé que pronto lo revelarás. Lo descubrí, está en tus ojos. Personalidad múltiple, lo llaman. Yo lo llamo muerte y eternidad, blanco y negro, tú y él"
Y aunque sabíamos que éramos diferentes, no evitamos enamorarnos como solo dos almas genuinas harían, y aunque sabíamos que nunca íbamos a estar juntos, nos mirábamos como si toda la vida fuéramos a estarlo. Yo, una estrella más en su cielo y él, la única en mi cielo nocturno. Nosotros éramos demasiado jóvenes, de manera que solo un adiós trajo lágrimas a nuestros ojos día y noche. Sin embargo, ahora los recuerdos me abrazan con suave calidez. El gracias que no fue dicho en ese momento aún perdura en mi corazón bajo el árbol de cerezo donde solíamos estar. Y a pesar de que nuestros mundos era tan diferentes aún siento vibrar mi corazón cada vez que él canta esa canción, la canción que escribió para mí.
Y aunque sabíamos que éramos diferentes, no evitamos enamorarnos como solo dos almas genuinas harían, y aunque sabíamos que nunca íbamos a estar juntos, nos mirábamos como si toda la vida fuéramos a estarlo. Yo, una estrella más en su cielo y él, la única en mi cielo nocturno. Nosotros éramos demasiado jóvenes, de manera que solo un adiós trajo lágrimas a nuestros ojos día y noche. Sin embargo, ahora los recuerdos me abrazan con suave calidez. El gracias que no fue dicho en ese momento aún perdura en mi corazón bajo el árbol de cerezo donde solíamos estar. Y a pesar de que nuestros mundos era tan diferentes aún siento vibrar mi corazón cada vez que él canta esa canción, la canción que escribió para mí.
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