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Dicen que la venganza no lleva a ningún lado, ni trae paz como pensamos. Ángeles no piensa lo mismo. Después de que asesinaran a su hermano, sólo tiene sed, sed de venganza. Y no se detendrá hasta conseguirlo. ¿O sí? Sin saber que muchas cosas más le esperan en el camino... ¿Logrará su objetivo? ¿O morirá en el intento?
Grandes gotas de lluvia caen y chocan contra la ventana de mi habitación. Siempre que llueve, me quedo viendo fascinada en como el agua cae sobre la ventana y se escurren las gotas creando competencias entre ellas mismas, o así lo veo yo.
Muy pocas veces gano, siempre escojo mal.
-¿Sigues viendo cómo llueve? -preguntan a mi espalda, y no me hace falta girar para saber quién es.
-Me gusta la lluvia, me siento relajada al ver caer las gotas sin miedo a nada, sólo se estrellan y se escurren.
Camina hacia a mí, hasta sentarse a mi lado.
-Nunca entenderé tú fascinación por esto. -señala hacia la ventana y se ríe, mostrando su perfecta dentadura.
-Ojalá los humanos fuéramos como la lluvia. -suspiro.
-¿Cómo así? -pregunta, confundido.
-La lluvia cae sin miedo a estrellarse con nada, y al hacerlo se escurre, no deja marca, se seca, y desaparece como si nunca hubiera estado ahí.
Centra su mirada en mí.
-¿Me estás diciendo que te gustaría ser como la lluvia, para estrellarte y desaparecer?
-No. -respondo- lo digo porqué me gustaría pensar menos las cosas y actuar de una vez, sin miedo a estrellarme.
Se queda meditando la respuesta unos segundos.
-¿Lo dices por él? ¿No es así? -pregunta, aunque ya sabe la respuesta.
-Sí. -respondo con un poco de tristeza en mi voz.
-Entonces, sé cómo la lluvia, deja de pensar tanto y actúa, cae, si él te hace feliz, ¿Qué esperas? La vida es muy corta para estar pensando mucho las cosas, arriésgate por lo que realmente te hace feliz, Ángeles.
-Tengo miedo... -susurro.
Se gira hacia a mí, y me agarra el mentón para que lo mire a esos ojos cafés.
-Tener miedo es algo que cualquier ser humano experimenta, pero solo él que es inteligente sabe afrontarlo. Tú eres muy inteligente, y sé que sabrás lidiar con ello, -hace una pausa,- ya queda en ti sí enfrentarlo, o huir.
-¿Y si me estrello? -ese es mi miedo, a lastimarme.
-Sólo te escurrirás como las gotas de la lluvia, y al superarlo, te secarás para volver a caer.
Lo miro confundida.
-Es un ciclo, Ángeles.
No sé de qué habla.
-Te explico, -continua,- cuando la lluvia cae, las gotas no desaparecen porque sí, el sol las evapora haciendo que suban y se condensan en forma de nubes. Por eso te digo que es un ciclo, la vida es así, tienes dos opciones: seguir con miedo dejando que te supere y no arriesgarte o, superarlo e ir con todas tus fuerzas por lo que realmente quieres y te hace feliz.
No lo había visto de esa forma.
-¿Y si me arriesgo y pierdo?
-¿Y si te arriesgas y ganas?
-No lo sé...-contesto, insegura.
-Es compresible que tengas miedo, pero no por eso te dejarás ganar por él, ¿De acuerdo? -asiento- y si todo no resulta, aquí estará tú hermano para ti cuando lo necesites.
-Tienes razón, como siempre. Gracias por siempre estar. -lo abrazo, no sé qué haría sin él, es la persona que me ha aguantando desde que nací y me conoce mejor que nadie.
-Siempre estaré para ti, y ya deja de pensar tanto las cosas porqué se te quemarán las neuronas. -bromea.
-Idiota. -le sonrío y le doy un golpe en el hombro.
-¡Ey! -protesta.
-Te quiero, idiota.
-Y yo a ti, princesa. -me vuelve a abrazar- y si ese imbécil te llega a romper el corazón, se las verá conmigo, ya es mucho que lo deje estar con mi pequeña hermanita.
Se me sale una sonrisa, -eres el mejor hermano del mundo, no sé qué haría sin ti.
-Eres lo más importante de mi vida, tengo que protegerte, mi pequeña traviesa.
No digo nada, y lo abrazo más fuerte, si fuera por mí, me quedaría así siempre. Sólo mi hermano y yo, él que me protege, me consiente, y está para mi cuando lo necesito, pase lo que pase.
Ojalá el tiempo se hubiera detenido justo ahí, en ese momento.
Pero no fue así.
Porque días después, ya estaba muerto.
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