img MI DULCE AMANTE  /  Capítulo 9 ¡CUIDADO QUE TE PUEDES QUEMAR! | 18.37%
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Historia

Capítulo 9 ¡CUIDADO QUE TE PUEDES QUEMAR!

Palabras:1021    |    Actualizado en: 03/04/2023

ne

levantarme; sabía que, si llegaba tarde, Mr. Stevens podría enojarse y no quer

a prisa. Llevaba la chompa de lana a medio poner y e

brada. Yo siempre he sido muy responsable y seguro esto la confundió un po

á! ¡Despiértame temprano la próxima vez por favor! –Me até el cabello en un

surrar mientras escapaba verti

ndaba un poco despistada estos últimos días del mes. Es que... ¡No pueden culparme

eposaba el enorme reloj de Dalia y yo veíamos todas las mañanas antes de llevarla a la escuela, pero yo trabajaba en otra que quedaba a una hora.

n mucho más joven que él. Ambos tenían el mismo color de

ó a mí con premura, y me observó de pies a cabeza. P

inevitable no sonrojarme–. Soy Henders

–susurré acercando

ejar de mirarme–. Siempre est

que una flecha at

ad le parec

cé a sonreír sin motivo alguno. No podía controlar mis emociones,

de una hora tendremos reunió

al ya me estaba impacientando. Era agradable tener la atención de un hombre apuesto, pero no

n! –Vocifer

allá te espero –volteando hac

mi jefe, ya que por mi corta experiencia –casi nula–, presentía

, me senté cerca del ordenador y abrí la carpeta de archivos para revisar los documentos del día anterior. En mi mente

emocionada por esto? Vaya, no sabía lo boni

acercó a la puerta, la cerró con llave y bajó las persianas c

es que me

. Él pe

era yo haciéndome un nudo de

ev

y no quería que me arrebatara esta conquista, después de todo él era joven y

, después ya podría relegársela a mi hermano, aunque seguro él la

que se encontraba y dejarle las cosas claras a Vanesa; no podía andar en coqueteos con otro, menos en

so le

ándome con un extraño

gnifica

No estaría del todo mal. Podría aprovechar esta opor

eza, luego bajé hasta el botón de su camisa rosada y l

me miraba con esos vivaces ojos ma

la, su perfilada nariz de muñeca

tarlo más, era

empezaba a arder; con mi mano derecha, acerqué su carita para besarla. Lento,

aron un momento a entrelazarse, con e

udarla. Fue entonces que una lejana

tent

stás hac

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