ne
levantarme; sabía que, si llegaba tarde, Mr. Stevens podría enojarse y no quer
a prisa. Llevaba la chompa de lana a medio poner y e
brada. Yo siempre he sido muy responsable y seguro esto la confundió un po
á! ¡Despiértame temprano la próxima vez por favor! –Me até el cabello en un
surrar mientras escapaba verti
ndaba un poco despistada estos últimos días del mes. Es que... ¡No pueden culparme
eposaba el enorme reloj de Dalia y yo veíamos todas las mañanas antes de llevarla a la escuela, pero yo trabajaba en otra que quedaba a una hora.
n mucho más joven que él. Ambos tenían el mismo color de
ó a mí con premura, y me observó de pies a cabeza. P
inevitable no sonrojarme–. Soy Henders
–susurré acercando
ejar de mirarme–. Siempre est
que una flecha at
ad le parec
cé a sonreír sin motivo alguno. No podía controlar mis emociones,
de una hora tendremos reunió
al ya me estaba impacientando. Era agradable tener la atención de un hombre apuesto, pero no
n! –Vocifer
allá te espero –volteando hac
mi jefe, ya que por mi corta experiencia –casi nula–, presentía
, me senté cerca del ordenador y abrí la carpeta de archivos para revisar los documentos del día anterior. En mi mente
emocionada por esto? Vaya, no sabía lo boni
acercó a la puerta, la cerró con llave y bajó las persianas c
es que me
. Él pe
era yo haciéndome un nudo de
ev
y no quería que me arrebatara esta conquista, después de todo él era joven y
, después ya podría relegársela a mi hermano, aunque seguro él la
que se encontraba y dejarle las cosas claras a Vanesa; no podía andar en coqueteos con otro, menos en
so le
ándome con un extraño
gnifica
No estaría del todo mal. Podría aprovechar esta opor
eza, luego bajé hasta el botón de su camisa rosada y l
me miraba con esos vivaces ojos ma
la, su perfilada nariz de muñeca
tarlo más, era
empezaba a arder; con mi mano derecha, acerqué su carita para besarla. Lento,
aron un momento a entrelazarse, con e
udarla. Fue entonces que una lejana
tent
stás hac