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Historia

Capítulo 10 No podía permitirse el lujo de decir que no

Palabras:1053    |    Actualizado en: 08/01/2023

nuestra cita... solo me gu

ra, y debe haberlo demostrado. La di

po hoy, así que déjam

gar se movía distraídamente sobre el punto de su pulso. Estaba segura de que su pulso

llosa sensación de su toque. ¿Tenía alguna idea

boda este fi

sus labios se cur

a Catalina. Estaré allí el jueves por la noche, de ahí la raz

nti

i

rogramar a su

ía que vini

rtó su mano de la de él. Lo puso en su regazo y ahuecó su otra mano so

eteó con la servilleta de la mesa. Parecía casi inquieto. Ella l

o perder semanas buscando una nueva agencia. Si fueras conmigo, podría escuchar tus ideas.

estaba implícito. Si ella iba con él, escucharía su discurso. Si

l, incluso si el propósito era únicamente comercial. Sin mencionar que ya era bastante difícil l

empo estaría

a profesional y concisa. Sonaba como una niña asustada fren

no poner la cabeza sobre la me

do de bodas con recepción a continuación y, dado que es probable que

. Nadie más que Ralph necesitaría saberlo

lujo de decir que no. La tenía sobre un barril y lo sabía muy bien. Aun así, el

pero no le dolía pensar lo co

tá b

oz más tranqu

eventos. Supuso que sería de mala educación acompañarlo y acechar en las sombras esperando su hora señalada. O tal vez

alquier artículo que pueda

i

da, miró h

Puedo arreglármelas bien. Necesitarás decirme e

bozar una so

a que ver con Lisa será formal. Bastan

re sus rasgos y luego la bajó hasta q

rá impresionante. El vestido que usas

para que sus mejillas no p

puedo encontrar algo d

a la

sta la oportunidad de

brilló en

uedo e

blaban las manos. Estaba segura de que si se paraba, caería como un ladrillo. Se

su alrededor, ella sería un desastre sobre pilotes. Pasaría todo su tiempo

semana con los arreglos de

etín para recuperar una tarjeta de presentación. Ella frunció el ceño, buscó a tientas un poco más y luego se puso la bolsa en el regazo. Con un gemido se dio

mesa y rápidamente garabateó el número de su casa y c

o guardó en el bolsillo del pecho de su chaqueta. El camarero

ensalada d

i

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