e de enero d
ta. Christine
eatro de la Ac
ueva
bía rumores
ropolitanas bastante remotas,
tro de la Opera
d y esplendor
es europeas, al
on llenar todos
olor rojo y dor
emia. Los más
precisamente p
e alejaba a los
o, le simpatizaban. Por su parte, los sentimentales se afer
por su excelente acústica, u
idas para esc
, y lo que la prensa acostumbraba a llama
a escucharla,
zas y llenas de
paciosos landós
práctico coupé
oroso como hacerlo en carruaje propio; y retir
a alusión jocosa
trepar en el p
a, en vez de es
or el frío y congestionada por
el pórtico del T
brir que los norteamericanos desean alejarse de sus d
nd Archer ab
ub, recién subía
ín. No había ni
gara tarde, pues
dre y su herma
ro en la biblioteca gótica con
oronadas de flor
n de la casa do
fumara. Pero,
una metrópoli
ue en las grand
llegar temprano
a "bien visto"
e Newland Archer como los ine
e habían domina
dos miles de
o fue de carácter personal.
ue en el fondo
aba una satisfacción más sutil
ba de un placer
oría de sus pl
momento que a
y exquisita ca
gada con el director de escena
momento más c
ma donna come
me quiere, ¡me
s de una margar
nas como
por supuesto
nalterable e incuestionable d
lemán de las ó
istas suecas, de
ón del público anglo-parlante
r, igual que
que moldeaban
dos escobilla
ograma esmalta
más aparecer en sociedad sin una flor e
mama..." ca
a!" con un est
en tanto apreta
argarita y lev
ticado semblan
Capoul, que tr
estrecha casac
su sombrero
ro y verdadero
ct
tra la pared del fondo de s
usto frente a él estaba el palco de la anciana
desde hacía tiem
que en las noch
sentada por l
amilia. En esa
en primer luga
gott, y su hija
to retirada de a
cado, se sentab
ntes del escenario. Cuando el "¡mama!" de Ma
ba de hablar durante el aria d
izó hasta las raíces de sus rubias trenzas; el r
juntaba con un
con una sola g
nmenso ramo de
u regazo, y Ne
sus dedos, cubi
aban suavemen
nidad satisfech
os ojos al
en la escenografía, que fu
dad con la Opera de París y de Viena. El prim
A media distancia, algunos mon
ercado por argo
ue parecían naranjos y estaba
s. Gigantescos
grandes que
limpiaplumas f
e la parroquia p
o bajo los rosales; y aquí y al
exuberancia profética de los
ban
antado, Madame Nilsson, ves
de satín azul p
rillas colocadas cuidadosamente a cada lado de su blusa de
y asumía un a
a sus propósit
gestos, indicab
imer piso de l
bresalía en for
a der
e!" -pensó Ne
a vuelto a la jo
tiene idea de q
ló su absorto ro
aba el orgullo de su propia iniciación masculi
eremos Fausto ju
lianos...", pens
a el lugar de
obras maestras
l enseñar a su novia. Fue reci
mportaba" (la consagrada frase
soltera), y ya
anillo de com
a marcha nupcial
o en algún esc
vieja
Mrs. Newland Archer fuera una inocentona.
riera tacto soc
permitieran ha
as más admira
que se acostum
lino y rechaza
era escudriñado
ces), habría descubierto el deseo de que su
e complacer, co
ncantos domina
tados; por supuesto que sin u
er la vida de es
us propios plan
nvie
fuego y hielo y que perdurar
se dio el tiemp
mantener este p
que sabía que
leros cuidados
o, flor en el oj
del club, que
os con él y vol
mirar críticame
os intelectuale
se sentía cla
gidos especímen
ablemente había leído más, pen
que cualquiera
ado, éstos dejaban traslucir
a Nueva York,
e Archer aceptara su doctrina
tivamente sentí
o -y hasta de m
lores
wrence Lefferts apartando abruptament
erts era, por
nes de "formalidades" de to
iempo que nadi
y fascinante m
explicaría su
staba, mirarlo
rva de su herm
remo de su esbelta y elegante silueta, para se
nito en alguien
ra y lucir tal estatura con un
uyo: "Si hay alguien que pue
Larry Lefferts." Y en la controversia que hubo entre el uso d
cut
uspiró, y en s
l anciano Sill
er, siguiend
on sorpresa que
por la entrad
ott. Era una mujer joven y de
bello castaño
peinado, que le daba lo que entonces se llamaba "estilo Josefina", se repetía
busto con un c
nticuada hebil
bsolutamente inconsciente de la atención que
d sobre la conveniencia de tom
onrisa y se sentó junto a la cuñada de Mrs. W
o del
Jackson habí
Todos los miembros del grupo
scuchar lo que
on era toda un
como Lawrence Le
nes de los parentescos neoyorquinos, y no sól
llas de Carolina del Sur, y la relación de la rama mayor de l
rse con los Ma
ace), sino qu
acterísticas pri
la fabulosa mezquindad de lo
nd); o la fatal tendencia de l
la locura recurr
aciones los Ch
pre rehusaron casarse, con la desastrosa exc
, bueno, pero
hwo
les genealógicos, Mr. Siller
bajo la suave pelusa de sus c
os y misterios
la sociedad neoyorquina duran
nformación era
entiva, que pasaba por ser el
fort, el banquero, y qué fue de
pareció misteriosamente (con una gruesa can
matrimonio, el
, que había deleitado a inmens
Battery, se e
es misterios,
ían guardados b
tir cosas tan privadas, sino que estaba perfectamente consciente de que la re
ía s
rupo del palc
o mientras Mr.
o a Lawrence Lefferts. Por un
s ojos azules c
retorciendo cuidadosamente
ue los Mingot
acernos traga
breve incid
un curioso esta
o que atraía la compacta ate
uel en que se
y su tía. Ade
a la dama del
maginar por q
moción entre l
o lo comprendi
a acometida d
nadie habría
eran hacerlos tr
ron; no había
ron, pues los c
le dieron la certidumbre de qu
la que la fam
"pobre Ellen O
a llegado sorp
par de días; o
d (y no lo de
tar a la pobre E
Mrs. Mingott. Archer aplaudió
des que más admiraba en los Mi
ras que su intachable linaje
ndad ni avaric
alegraba de que
impedida, por f
o) con su desgraciada prima
era algo muy diferente a pres
a, y en el mis
, Newland Archer, se anuncia
o Sillerton Jackson: ¡jamás pen
acerlos traga
upuesto, que
ón más atrevido (dentro de los límites de la Quinta Avenida)
ine Spicer de St
iosamente despr
ón suficiente pa
ara, se unió e
abeza de la ac
jeros" (un marqués italiano y un banquero in
e piedra colo
ser el único color que se podía
esible tierra virgen c
ranjeras de M
una leyenda. N
re, y como ella
de mente activa corpulenta
e quedó en su ca
es privadas de la aristocracia parisina) era
muebles de antes de la Revolu
e Luis Napoleón
ura) como si n
ivir más allá de
tener ventanas
ertas en lugar
hacia
Jackson) coincidían en que
don que a ojo
lquier éxito y
escendiente decía que, como s
xito con fuerz
pecie de altanera insolencia qu
da decencia y
. Mr. Manson
ía sólo veintio
la desconfianza general que provocaban los S
nte con la sociedad extranjera
orruptos y mun
ente con papistas, recibió a cantantes de ópe
rton Jackson f
amás hubo el m
agregaba siempre Jackson, en que
Mingott hací
"desamarrar" l
en la opulenci
nte, el recuerd
eron excesivamente ahorrativ
eble procuraba
no se permitía
mesa. En consecuencia, y por r
pobre como la d
esear. Sus amistades consider
el nombre de l
asociado con el
visitándola a pe
tivos y del pé
de su hijo Lovell (que tratab
l mejor chef
ecirle, riendo
a sola familia, cuando ya casé a l
lexionaba en
volvió otra v
ió que Mrs. Welland y su cuñ
ottiano que Catherine inculcar
intenso color en sus mejillas
aba observando),
nte de la conmoción, estaba sentada graciosame
, y mostraba al
co más de homb
menos en damas que tenían razone
importaban t
lla distante divinidad de la que las "formal
e Olenska llamó su atención y le pareció adecu
rturbó bastante
lestaba profundamente que May Welland estuvi
el buen gusto Pero despué
ue estaban detrá
escenas de Mefistófeles y Mar
suce
lo abandonó,
ga
tia espantosa,
en de las pregu
aprestaba a engrosar las fila
al; lo conocí
dad del conocedor-. Un tipo cas
on ojos de tupid
taba con mujeres, coleccionaba porcelana. Pag
según
cajada gener
ín pr
pasó e
su secretario. Ah, entiendo
duró mucho; s
ndo sola en Venecia. Creo que
mucho. Eso est
a ópera es cos
aba demasiad
a -se atrevió a
reverente risotada. El jove
a pretendido insinuar lo que
end
odo caso es
lland -dijo algu
mirada de sos
arte de la ca
so riendo Lefferts-. Cuando la
fec
jo un alboroto generalizado
actuar con decisión. El deseo
Mingott, de pr
compromiso con
en cualquiera d
ción de su prima
borró en form
lo hizo precipitarse por los roj
te
alco, su mirad
ella había comprendido al inst
la dignidad fa
mayor virtud,
gente de su mu
vagas complic
e que ellos se entendieran sin
lara de las explicaciones. Los
". Y los de Archer contestaron
yo que v
preguntó Mrs. Welland al saludar a su fut
acostumbraba a
mente su cabeza, apretando entre las manos
t, una robusta rubia vestida de crujiente raso,
ba
s comprometidos? Quiero que todo el mund
esta noche
e sonrojó como una aurora,
rsuadir a mam
iar lo que es
sólo con lo
una sonris
e doy permiso. Dice que juga
a atrás su silla, y de inmed
do el teatro vi
ó junto a la c
s que jugába
lviendo hacia él
espantoso, y un
estaba enamorada de tu primo
rradura de palcos-. ¡Cuántos r
zones largos las niñas -murmuró con su acento
a posarse en la
able que fuer
, el joven se es
imagen tan impr
l cual, en ese
o. No había na
encia fuera de
bastan
stado ausente
po dijo ellaque me parece es
querido teatr
chocaron estas palabras; le parecieron un modo aún m
e era
u baile anual
dejaba de asist
su baile en una
que estaba ab
preocupaciones
quipo de sirvie
dos los detalle
una de las pocas en Nueva Yo
so a la de Mrs.
dly Chivers). Y
e era de provincianos poner
llevar todos lo
a de baile que se usara para es
ientos sesenta
n sus sillas doradas apiladas e
a bolsa, daba a
compensaba cualquiera situa
social en axiomas. Una vez dijo: "Todos ten
era atrevida,
mitida en el fo
lo más distingui
ufort no era
gunos decían q
fort pertenecía
más considerad
allas (de la rama de Carolina del Sur), una
desatinada Medora Manson, q
enciones. Cuan
n los Manson y
sociedad neoyorquina (como d
; pero, ¿no pierde el derecho al
Mr. Beaufort? Se le tenía po
rrabias, sociab
Unidos premuni
el banquero ing
nson Mingott, y
posición en e
sus costumbres
osos, y cuando Medora Manson anunció el co
la larga lista d
e Me
Pero con el tiempo el producto de la locura es a menudo considerado sabiduría, y dos años después del matrimonio de la joven Mrs.
admitían que s
die sabía exactamente cómo se
sticos la consideraban incluso
collares de perl
más rubia y h
palacio de pie
, y atraía a su
over su enjoya
quien entrenaba a la servidumbre, enseñaba n
ultivar en el
los salones, seleccionaba a lo
la cena, y dicta
ad que lo hacía. Cumplía estas actividades do
o y amable paseándose por sus
ado más,
to que las g
aravilla? Creo
cidían en que e
r tan bien las cosas. Qué impor
jaba; llevaba a cuestas ese rumor con la misma facilidad que muchos otros, a
código moral.
nía a todo Nue
ás de veinte año
quilidad que si dijera que iba donde Mrs. Ma
e y bebería los mejores vinos,
año y croquet
lent
n su palco justo antes del aria de las joya
lizar el tercer
lrededor de sus
e eso significaba que dentro de m
la que los neoyorquinos se e
pecialmente la
eron de los pri
os lacayos para colocarla, bajo su propio told
n de baile. Tam
damas se quitaran las capas en
l dormitorio de la dueña de cas
ero de gas. Se
dicho que él su
u mujer tenían
alieran de casa adec
e diseñada audazmente con u
ujarse a través
so (como en cas
cia aquélla co
hilera de salone
l bouton d'or4
a distancia el
ña de numerosas
rquet, y más al
vierno donde la
aban su suntuo
bambú negr
ein
or de la flor
a a un joven de su posición,
con el lacayo d
cas necedades
to en la biblio
on Buhl y malaquita, donde
de baile; finalmente se unió
en el umbral de
notoriamente
de la ópera (como solían hace
como hacía una
ras por la Quinta Avenida ant
ía que los Mingott fueran demas
ido orden de l
a condesa Ole
sado en el pa
ue eso sería; y, aunque estab
ía tan quijotescamente ansioso
ometida como a
ción en
r el salón
a de colgar el discutido desn
ró con Mrs. Welland y su hija
parejas bailando
de cera caía so
ban, sobre ca
imples capullos
es5 y adornos en
l brillo de pecheras perfectam
dona
umas de aves, d
peinados,
Miss Welland, sin duda ansiosa por unirse a los bailarines, permanecía en el umbral,
ilvestres en la
lido, los ojos brillantes de
de jóvenes y
hos aplausos,
and, ligerame
destello de alegría. Era evid
o su compromi
aternal oposición que se consi
tuvo. Era su
el anuncio, y s
erido que se diera a conocer
do de un replet
enmarcar los asuntos sentimentales. Su felicidad era tan pro
perficie igualmente pura. Fue
May Welland
oven volaron suplicantes en bu
ir: "Recuerda q
lo que hay
mensaje hubi
corazón de Archer; pero prefer
una razón sublime y no simplem
rodeaba a M
medio de sonri
bir su cuota de
ia al medio del
por la
dremos que ha
n los ingenuos ojos de May, mi
l Danub
stó. Sus labi
us ojos permane
aravillosa. "Querida", susurró Archer, estr
s del comprom
salón de baile,
ramental. ¡Qu
, con aquella pu
d a s
la pieza, co
Sentados tras un alto abanico de helechos y
Wel
ice lo que me
l
odía esperar
l cabo de un i
gustado que no
n ba
irada comprensiva-. Pero d
y solos, ¿n
o que ella siempre lo entendería; siempre diría lo correcto
reme
odo es que qu
pue
a por el invernadero, se aseguró de su mom
en sus labios.
u proceder la c
do en una part
nvierno, y al s
los lirios de
io, y el mundo
vios como un v
e a mi prima E
, como si habl
spertar, y re
a invencible r
a la extraña desconocida había
hacerlo -dijo, inventand
a, pero resuelta a salir con
rque yo tampoco se lo dije. Y n
. Pero, ¿no e
adecuada pa
refle
hecho de inme
asado unas hora
xplicarle que t
que lo supiera nadie más. De o
que ella es parte de la famil
stá un poco.
miró des
dorado! Por s
ón hacia el atestado salón de ba
rá v
o minuto dec
inuto? -repi
onando su sorp
que podí
-contestó la joven con sencill
ra lo suficient
aunque todos
nces mi tía tuvo
ta a
dijo Archer co
uy com
aba más en s
límite aquel ritual en que ambos habían
n bien como y
adera razón de l
más le mostrar
erfectamente c
de mancha en
Ellen O
4