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Historia

Capítulo 3 El reflejo de Ignacio

Palabras:2756    |    Actualizado en: 14/04/2022

icio de dieciocho pisos ubicado en la zona más comercial y de extracto social más alto de la capital, era llamado el cubo de c

ado en el sótano de la construcción. Bujías, como le decían al vigilante, me d

mi estómago al bajar del automóvil. ¿Por qué este mal presentimie

erle a ese lugar mí reencuentro con Eva después de tantos años de soportar su ausencia. Al principio, ella no logró reconocerme, pero este servidor supo distinguirla entre el grupo de pasantes, al igual que esa vez

visitar las instalaciones del periódico después de tanto tiempo. En gran parte de los cubículos asignados como oficina, para el personal más joven, por lo menos en una de sus paredes se encontraba fija, protegida por un portarretrato, una de mis fotos con su respectiva column

osa, la misma belleza de la madre», respondí. Ella era la única en servirme el café tal cual me gustaba, apenas llegaba a mi oficina. Cuando no podía ir a causa de una do

con un manto totalmente oscuro. Un ciclón de imágenes con su rostro se formó en mi mente: «¡Era él!», estaba seguro. A pesar del tiempo que duré mirándolo fijamente con total asombro, el sostuvo su actitud, como si no me hubiera reconocido, pero yo

ua observación duro poco, prefirió proseguir con lo que estaba haciendo, como si mi presencia le importara en absoluto. Tenía tantos sentimientos encontrados que chocaban entre sí y no me permitían tomar una decisión con res

niña a sus clases de ballet

es como jefa de prensa para que entiendas, o te imagines lo absorbida que me e

on las obligaciones que generaba Abigail, y hasta el día de ayer se cumplía conforme quedamos de acuerdo. Sin embargo, tu actitud desde anoche me ha dejado un sabor amargo que aún se mantiene... ¿Qué te está pasando, E

al cual, persistía su actitud, dejó de mirarlo y prosiguió con sus tareas, está vez, manipulando el co

I

ño. ¿El rechazo de Eva de alguna manera me estaba afectando en mi subconsciente? No tenía la fuerza ni la voluntad para seguir indagando sobre el tema, preferí darle la importancia que merecía: un simple sueño. Lo que sí era real

ta sobre el techo del auto, visualicé a Eva; como no hacerlo en estas condiciones cuando esa mujer siempre ha sido el principio y final de mis pensamientos. Sin embargo, no me enfoqué en su

de febrer

ido algo como esto! -dijo sobresaltado el

trole, Don Gustavo -respondió el señor que estaba de

o, dirigiéndose a mí, la señora

ante pálido y de rasgos físicos europeo, al parecer era el dueño de la panadería-. D

ndí-. Para dicha de algunos de uste

edí al dueño de la panadería, que por favor me vendiera un dulce. Pero... ¿Con que dinero le pagaría? Así tuviera, ¿Cómo explicaría el cambio grafico de la moneda? Y si me p

! Estamos de luto. Nadie quiere endulzarse el a

res hijo mío? -me pre

oy huérfano

es -dijo conve

de conseguir bajo unos escombros e

ño habla como un doctor

iabetes -le escuché decir al pandero desde la vitrina, inclinado, esperando que le señalara mi elección. A pesar

é bien -dije, en respu

y en forma de cono, decorado con una cereza en toda la punta; mi debilidad. Me comería, sin exagerar, cada uno de los

te. Está vez como la honda que se forma al caer una piedra sobre el lago y se desplaza e incrementa hasta desaparecer en la orilla. Como siempre, mi cuerpo reaccionaba de la misma forma. No t

dio el beriberi. -Fue la última exclamación que

gail mientras golpeaba fuer

esacuerdo con aquella petición. ¿Pero cómo negarme a sus deseos? Mi hija era tan astuta como su madre; sabia como actuar ante mis negativas: una mir

entarse que subirse a otra atracción. La rutina de cada sábado, mostraba inicio de que estaba por terminar cuando no

te de su clientela se nos acercó con una total f

os dulces más rico del mundo. ¿Quieres pr

atador... ¡Me encanta! No admito sobornos, seré t

como si fuera una adulta, sonreímo

rmosa. A usted, señor Eduar

smo. G

sobre una bandeja que sostenía con total destrez

que llevas por dentro. -Abigail sonr

tan parecido al que había pedido en aquel último sueño (solo lo diferenciaba una fresa de de

ta única. Mi abuelo la creó y en su honor he decidido hac

abuelo también

cho de ser mi pariente. Déjeme contarle un poco sobre él, si me lo p

¡Este dulce está delicioso! Por favor, siéntate y continúa

osidad de mi hija, así que ace

, lejos, muy lejos de su continente. Después de conocer distintas regiones decidió radicarse en este país. La verdad, me cuenta mi padre que fue por culpa de mi abuela. Ella quedo encantada con el dulce que había comprado, así que le pidió al empleado que la estaba atendiendo,

n niño de estas desgracias?»-. Recordé

a... ¿La

cuché bien su nombre. Prosigue por favor. -Desea

ni las burlas, le pidió que se casara con ella, delante de todos. Mi abuelo, igual de extravagante, ac

sa, papá! - dijo la niña

más bien,

pero el amor verdadero carece de lógica

urante y después de tantos años de estar juntos. Omití, por supuesto, l

a receta fue elaborada y exhibida en la vitrina de la panadería de mis abuelos el mismo día que se dieron los disturbios del famoso caracazo. Nadie tuvo el placer de probarlo... Aunque recuerdan a un niño que estuvo a punto, pero se desmayó y todos se fueron auxiliarlo. Mi abuela murió y con ella, se fue una parte de la vida de mi abu

escuchó un grit

ado esta corta historia de amor. Como siempre, es un placer atenderlos. Cuídate

toria que me acababan de contar. Igual intenté disimular mi asombro agradeciéndole

strando en su rostro cierta preocupación,

a cancelar la cue

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