orrí hasta que mis pulmones ardieron, hasta que mis piernas gritaron, hasta que el mundo giró en una vertiginosa neblina de dolor y terror. Mi escape fue un borrón, una lucha fr
arme por completo. Justo cuando pensé que no podía dar un paso más, un sonido me llegó. Dé
por el trauma, solo registr
alvación, ajena a mi ropa hecha jirones, mis heridas sangrantes, mi
mar de vestidos brillantes y trajes a medida. Y allí, en un escenario brillantemente iluminado, estaba Mateo. Mi prometido. Es
organizar lujosos eventos de caridad, para financiar actuaciones musicales, para dar discursos inspirad
Mi piel, un lienzo de moretones, cortes y quemaduras de cigarrillo, estaba expuesta a la vista de todos. El hedor de
murieron. La música vaciló, luego se detuvo. Todos los focos brillantes, destinados a
contrajo en un instante. El calor se drenó de sus ojos, reemplazado por
nunciadas en un siseo bajo y furioso, estaban teñidas de una rabia apenas contenida. "¿Qué demonios
la tortura, el dolor inimaginable, ¿era todo eso solo "drama" para él? Mis heridas, mis cicatrices, la profunda agonía q
viva. "Mateo", sollocé, mi voz un susurro entrecortado, "¿por qué no me salvaste
profundo, la vida que casi habíamos creado.
Me empujó, un empujón brusco que me hizo tropezar hacia atrás contra la multitud horrorizada.
ender a comportarte. A ser discreta". Miró a su alrededor a los rostros boquiabiertos, a las cámaras pa
ando. Pensaba que mi agonía era un espectáculo. Lo miré fijamente, al h
de dolor y conmoción. Sus ojos permanecieron secos, su expresió

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