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onservatorio Nacional de Música, comprometida con el genio tecnológico
raron. El rescate era de mil millones
rar un negocio, dejándome a merced de mis torturadores durante quince días.
cia él, sangrando y aterrorizada
ciendo?", siseó. "¿Inte
iátrico durante tres años, robá
su éxito acaba de aparecer en mi teléfono, con un
endo la chica rot
escubrir lo muy eq
ítu
arrastrándome de vuelta al punto exacto del que tanto había luchado por escapar. Hoy, ese círculo estaba dibujado en una
. La luz del sol se filtraba por la ventana sucia, pintando rayas sobre los asientos gastados. Normalmente pasaba este tiempo viendo despertar a
o, la mayor parte sin sentido. Rara vez me sumergía, prefería rozar la superficie, como una espectadora desinteresada. Mi vida ahora era simple, tranquila. Me gustaba así. La
incluso después de tres años, todavía podía enviar
finitiva, la mano derecha de Mateo Herrera, su socia indispensable. La gente se deshacía en elogios en los comenta
ta con un nombre de usuario peculiar, uno que reconocí instintivamente. El perfil personal y menos públi
mbos radiantes. "Siempre buscando atención, siempre haciéndose la víctima. Qué bueno que ese capítulo fi
ruel y cortante. Una humillación pública a la vista de todos, un recorda
a un escudo. Pero esto no era solo parloteo. Era Gisela. Y esa frase específica, "caos fabricado", era un g
provocación deliberada y tardía. Como un depredador, había es
ese comentario, el suyo personal, estaba subiendo rápidamente a la cima. La gente lo estaba
te de diamantes. No era un colgante cualquiera. Era una pieza personalizada que Mateo había diseñado. Era mi regalo de compromiso, destinado a ser usad
cuando su frágil mundo se desmorona. No entienden que el verdadero valor se gana, no se hereda. Mateo y yo construimos este imperio
itación, un deseo largamente anhelado, finalmente saciado. Era una declaració
r, la bulliciosa ciudad, se desdibujó en un torrente de colores. No me interesaban los
rios se llenó con un
gunas personas les
su ex. Siempre fu
e pareció la sensata. Mat
estaban de acuerdo. Algunos cu
necesario? Qué
ios? ¿Qué pasó con eso de '
rios comenzó a aparecer, alimen
¿La heredera inmobiliaria que fue secuestrada
arada con Gisela. Gisela siempre se veía
ñada, con los ojos hundidos, mi hermoso vestido de novia rasgado y manchado. Mi cabello, una vez meticulosamente peinado,
abarrotado, donde Mateo era el invitado de honor, dando un discurso principal. Gisela estaba a su lado
ión se
labios torciéndose en una mueca de desprecio mientras yo tropezaba hacia él. No había visto a una mujer que
pero lo suficientemente aguda como para cortar los murmullo
r que todavía se aferraba a mí como un sudario. Solo la interrupción. La ruina. Y yo, en mi estado de confusión
teo, sus ojos recorriéndome con una mezcla de lástima y algo más frío, algo triunfante. Había ofrecido una mant
a, junto al vibrante titán tecnológico, Mateo. Y yo, el desastre desaliñado y gritón, la "reina del drama", la "víctima
frío cristal presionando mi palma. No era solo u

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