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Historia

Capítulo 3

Palabras:1632    |    Actualizado en: Hoy, a las 18:11

eló en el aire. La sonrisa burlona de Marco se desvaneció, reemplazada por una expresión de incredulidad atónita. Sus ojos, abiertos y de repente hostiles, se clavaron en

mbio de atmósfera, me dio un

rco, ella es Eli, nuestra

isa forzada y profesional

onrisa condescendiente extendié

a, vaya. Mira lo q

una dulzura venenosa, como

i, estabas... ocupada. ¿Huye

is uñas clavándose en mis palmas. Me obligué a mantene

oches, Sa

raicionar la agitación

er servirle

brillo depredador. El juicio tácito, la flagrante objetivación, me erizó la piel. ¿Era esta la petición "poco convencion

tensión incómoda, s

eñor Cienfuegos que la se

ncioso de lo mucho que estaba en juego, y luego se retir

largo sorbo de su champán-. Querida, c

do las piernas, su

ela de arte de La Ibero para ganarse la vida estos días? ¿O

stallar, gritarles, recordarles las mentiras que habían difundido, las vidas que habí

plana, desprovista de emoción-. ¿Hay algo

e habló, su voz

arrojando pintura a la obra maestra de Sofía.

onido áspero

ardiente en mi estómago. Había sido imprudente, estúpido, autodestructivo. Pero en ese moment

rada inquebrantable-. Esta noche, es

ia-. Pero, ¿dónde está la atracción principal? Damián Cienfuegos. Nos dijeron

a para un efe

gusten las mujeres

alculado, diseñado para quebrarme, para restregarme la cara en el lodo. Las huellas

rol que tenía se me escapaba, una voz

alora el talento y la resiliencia, sin i

Su cabello oscuro estaba impecablemente peinado, sus ojos de un azul penetrante que parecían ver a través de mí. Llevaba un traje perfectamente entallado, exudand

indescifrable pasó entre nosotros. No era lástima. No

iato, sus sonrisas condescendientes

de repente dulce y aduladora-. Estábamos a

unca dejando los míos por más de un segundo. Se movía co

on un filo que hizo que Sara se estremeciera-. Eli

de mis tacones. Extendió la mano, sus dedos trazando suavemente la tela esmeral

bien, Eli. Resalta

pero se sintió como una corriente eléctrica. Mi corazón martilleaba con

voz un poco temblorosa-. Estoy list

na pequeña sonrisa de compli

, deshagámonos del ruido

onrisa desvaneciéndose, reemplazad

o que su tiempo aquí ha concluido. M

de Sara

fuimos invitados! ¡Nos dij

a-. Y tengo poca tolerancia a las situaciones desagradables.

uardias de seguridad aparecieron i

ro Damián lo interrumpió c

nte de cada establecimiento en el que tengo partici

moción y furia, sabían que estaban superados. Se apresuraron a recoger sus per

a Damián Cienfuegos y a mí. El silencio que siguió fue pesado, pe

mí, sus ojos a

eguntó, su voz más sua

acababa de suceder. Me había defendido. Se habí

en, señor Cienf

bar, sirviénd

onmigo, Eli. Sé quién eres. Y sé quiénes son

da, su mirada fija en el

gracia. O, quizás -se volvió hacia mí, un brillo e

algo en mí más allá de la reputación arruinada, más allá del desprecio público. Vio resili

amián, su voz baja-. Pero parece que el universo tenía otros pl

o hacia la l

lia Valdés. Una indemniza

demnización. ¿Cómo? Mi mente corría, tratando de armar el rompecabezas. Est

unté, mi voz apenas po

lenta y cautivadora

cialmente cuando alguien intrigante p

su bebida, su mirad

toria, Elena Orozco? ¿O vas a seg

me expuesta, vulnerable. Pero también había una extraña sensación de alivio, la sensación de que quizás, solo quizá

dolorosa, demasiado humillante para revivirla. Pero al mirar a Damián Cienfuegos, sentí un impulso inexplicable de cont

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