ista de Ca
entes del estruendo del candelabro. Las imágenes esparcidas en su teléfono, mostrando explícitamente mis momentos más vulnerables, se graba
asando a mi lado para ir al de Bárbara. Ni siquie
de ansiedad mientras se arrodillaba a su la
os y llorosos, una clase magistral de victimismo fingido.
ó en mí, llena de una furia fría y
un susurro, ronca de incredulidad.
i en sus ojos, el
ia de repente amenazante. "¿De verdad estás tan desesperada como pa
eres a todo lo que me has hecho? Le contaste... le contaste todo sobre nosotros, ¿verdad? ¿Mis secre
pero fue rápidamente reemplazado por la ira. "¡Ya basta,
herido, el hedor persistente de las mentiras de Bárbara. "¿Crees que puedo humillarme más,
capar un suave gemido. "Me duele la cab
ndola en brazos como si fuera una muñeca frágil. La abr
seguridad, que se materializó al instante. "Y llévala
ontré mi voz de nuevo, cruda por un do
uebrándose. "¿Después de todo? ¿Después de qu
de espaldas. Miró por encima del
voz desprovista de toda calidez. "Quien
hombres corpulentos con trajes negros que habían
ndiferencia escalofriante. "Y asegúrense de que no salga de
por el rugido de un motor mientras B
me estaba enviando a cas
s rostros impasibles, su postura rígida. Me tom
atando de apartarme, pero
iradas compasivas. Cada paso era una herida nueva, un recordatorio de mi total impotencia. El fragme
z dentro, me escoltaron a mi habitación, la puerta cerrándose con un clic d
na jaula dorada que ahora se había
rga y oscura, llena de los fanta
manchado de vino, sangre y lágrimas. El mundo exterior era un lienzo borroso e ind
e su rostro, desprovisto de
que me
que acep
nc
da de las cenizas de mi corazón
ería. No s
do lo hiciera, nu

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