reenwich era un maus
el personal. La casa olía a cera de limón y diner
la lujosa alfombra. Necesitaba fregarse la noche de la piel. Necesitaba lavar
Se paró bajo el chorro hasta que su piel se p
pió el vapo
llo. Moretones tenues
u reflejo-. Estúpida
arlo, poniendo capas gruesas. Estaba termina
án e
re, su piel pálida y húmeda. Llevaba el mismo traje q
que odiaba, una respuesta condicion
pado aflojándose la corbata, sus movimientos bruscos y
el martilleo de su corazón-. Tomé un taxi a casa tempran
que había ensa
-Siempre la vícti
acia el baño. Al pa
ras
a oreja. Una línea roja, delgada y furiosa. No er
jamente. -¿Qué le
ralmente quieto. Su mano subió lentamente para
ayer por la mañana -señaló
enojados; estaban calculando. -¡Deja de interrog
puerta
io zumbando en sus oídos. No es
e Julián vibr
ó. La pantall
aje
ucero se detuvo. Di
tán matando, bebé. Necesito
inclinó so
mujer a la que los tabloides llamaban genio, la mujer que cantab
s matu
olo la engañaba. Estaba formando una familia. Una familia par
salió, con una toalla alrededor de l
movimientos tensos, y arrebató el dispositivo de la cómoda con
s cosas -dijo
cero, levantando las
ián-. Tengo que
dom
duermen, Lucero.
ujó al
la puerta principal y el rugido de su Porsc
llorado suficien
el ala este. Había un cuarto de almacenamiento polvoriento allí, lleno de muebles viejos
e pinturas viejas y presionó una
ó con u
n armario. Pero era suyo. Un teclado, una computador
critas a mano. Los primeros borradores crudos y desordenados de los éxitos que actualmente encabezaban las listas. N
il. No abrió su software de música. Ab
Melodía, su contacto e
ulián. Estados de cuenta de tarjetas de
de Melodía fu
as en el
propios ojos en la pantalla
a, escribió. In

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