lazada por un profundo vacío. Mis pies se movían mecánicamente, llevándome de vuelta a mi propia habitación.
ntes. Los coloqué directamente sobre la mesita de noche, justo donde no pudiera pasarl
ueco que se instaló en lo profundo de mis huesos. No dormí.
stas del médico. Firmé los formularios, mi mano firme, mi resolución i
ario, ahora se sentía como una jaula dorada. Caminé por las habitaciones silenciosas, recogiendo mis pocas per
Leo, resonando desde el estudio de Emilio. El lugar donde solía dibujar sus sueños
ral, su rostro grabado co
uché que te diste de alta. -Intentó sonar cariñoso, pe
rada tan fría
señalando los pap
abrieron de par en par al ve
lamos de esto. Estabas mol
y pidiendo. Te lo estoy diciendo. Fírmalos. No quiero nada de ti. Ni
ó los papeles de la mesa y, con un ru
é que hagas esto! ¡Eres mi esposa! ¡Ll
lvajes. Me agarró del br
e, Jimena! ¡Perten
miedo, frío y agudo, atravesó mi entumecimiento.
buzón de voz, o me decían cortésmente que no podían ayudarme. El alcanc
he desaparecieron. Carlota intentó visitarme, pero fue rechazada por nuevos guardias de s
a mano, en galas de beneficencia, en el parque, en eventos públicos. Declaró públicamente a Kenia y Leo las personas más importantes de su vida. Internet bullía con su
ción pública y la crueldad de Emilio. Lo escuché de una empleada, un susur
s -joyas, ropa de diseñador-, dejándolos en mi cama como si pudieran expiar su ausencia. Int
beza, mi corazón un bloque congelado en mi pecho. No
dio, lo escuché hablar con su amigo por teléfono. Su
a-. Siempre lo hace. Me ama. Me necesita. Solo ne
una realización silenciosa y amarga. "C
vocado. Tan
ulto, activado con la ayuda de Carlota, para organizar mi escape. Mis pertenencias más preciadas, piezas sentimentales, habían sid
o por todos los medios de comunicación locales. Estaba celebrando su reencuentro, su futuro, con tod
o lo e
ntí una calma que no había conocido en meses. Mi cora
que llegaban. Salí al aire fresco de la noche, dejando todo atrás. Creí escuchar un grito débil y desesperado d
aterrador y absoluta, gloriosamente libre. Un taxi esperaba al final del largo camino de entrada, un símbolo de mi nuevo comienzo. Me deslicé

GOOGLE PLAY