psó dramáticamente en el salón. Ethan la llevó al hospital. El diagnóstic
gar que pocos conocían: un campo de tiro subterráneo en la zona industrial, lejos
ola de alto calibre. Mientras cargaba el arma, escuchó disparos en la línea contigua. No era
letamente de negro, con ropa táctica ancha y una gorra calada, disparaba un rifle con
elajados, respiración controlada. Era la postura de
tectores auditivos un momento para ajustarse la coleta. Ethan sintió una extraña punzada de fa
los truenos. Se escondía debajo de la manta en l
a del cuello para cubrirse la nariz y la boca. Solo sus ojos quedaron visi
aso adelante.
pidos y eficientes, metiendo el rifle en una bolsa de depor
lla, movido por la
de un sedán negro y común alejándose despacio, sin chirriar r
la luz parpadeante de un
tares o contratistas de segurida
ansado-. ¿Esto tiene qu
abía desaparecido-. Esto es otra cosa. Hay algu
había estado demasiado cerca. Ethan frecuentaba clubes de élite, no agujero

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