ban en mis oídos, sellando mi destino, extinguiendo las últimas brasas de un amor
suelo, atrayendo todas las miradas hacia mí. Mi so
del silencio atónito-. Creo que ya he tenido suficient
verme. Cada paso era un esfuerzo agonizante, pero seguí adelante, i
mí, agarrándome del brazo, su tacto ahora no deseado, repulsivo-. Abril, por favor. Déjame
razo, mi mirad
lio. Lo sentías.
orsionó en una má
er a Kendra. Estaba molesta
en mi boca-. O manipuladora. Siempr
la acusación da
. Sabes que sí. Este no es un buen momen
su propia creación. Pero no podía salvarlo. Solo podía salvarme a mí misma. Sus palabras, s
rostro surcado de lágrimas, su tobillo vendado haciéndola parecer
Braulio, tengo tanto miedo! ¡Lucas fue tan malo! Por favor, llévame a casa. No me sie
mandíbula se tensó. Parecía dividido, pero yo y
nte. Mi corazón, aunque entumecido, registró e
ro se detuvo a nuestro lado. Mi t
erta del auto y me deslicé dentro, dejando a Braulio y Kendra de pie bajo el
leta de mano, llena de lo esencial. El resto de mis pertenencias, los años de recuerdos acumulados, arreglé q
to unas cuantas veces más, mensajes de voz llenos de súplicas desesperadas y disculpas a medias por sus palabras en la f
que era él. Abrí la puerta. Braulio estaba allí, su rostro gr
gruñó, su voz baja y pe
o, genuinamen
estás h
ándose en puños-. ¡Sus padres! ¡Los sobornaste,
e daba
tengo idea de lo
una máscara de desesperación fabricada. Se aferró al
dijo a mis padres cosas terribles sobre mí, sobre nosotros! ¡Los
. La audacia. La pura
o es verdad! ¡No he habla
hando. Sus ojos estaban fijo
contó todo! ¡Siempre la has odiado!
pulido suelo de madera. Mi cabeza golpeó el borde de la mesa de centro con un golpe nauseabundo. Un
avizó. Un destello de genuina preocupación. Pero entonces, los sollozos de Kendra, sus jadeos ex
ra, Abril -exigió, su
o mi visión, una risa amar
? ¿Por sus mentira
elevándose, una vena palpitando en su s
itando, mi cuerpo adolorido. Mi mirad
. No me perdones nunca. Porque no me disculparé por a
s muy abiertos con una mez
o-. Entonces se acabó, Abril. Realm
rás de él, y salió furioso del departamento, cerrando la puer
de los últimos cinco años. Mi teléfono vibró de nuevo. Esta vez, era un itinerario. Un programa detallado para mi boda con
de mano, me limpié la sangre de la sien con el dorso de la mano y salí del departamento,
to se cristalizó en mi mente: *Él no estará allí. No
s de Kendra, escuchando su historia cuidadosamente ensayada de la «manipulación» y los «sobornos» de Abril. Los había obligado a firmar un documento prometiendo cortar los l
ntiguo grupo de chat milita
enter
ran no
Grupo Rivas fin
iempre supe que se conse
O rival. Dinero viejo, influencia formidable. Respetaba a Diego, aunque fue
digio del derecho corporativo Abr
a sacudida fría y nauseabunda. Sus ojos se fijaron en los nombres, las palabras volviéndose borro
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