de De la Vega & Asocia
ción de su proyecto inmobiliario más ambicioso cuando el pánico se hizo tangible. Su secretaria
ver esto. Es la carta forma
ra: Phoenix Global, como nuevos propietarios de Banco Ágora, anunciaban una revisión inmediata y drástica de
a mesa de caoba-. Tenemos un historial impecable con
nuevo CEO, una tal A. V. Steele, es implacable. Están cerrando los grifos. Necesitamos cubrir un vencimie
un ataque quirúrgico diseñado para inmovilizarlos. Gabriel sentía la misma náusea que d
su oficina minutos después, su rost
ún inversor extranjero se atrevería a tocar a De la
an desestabilización. He revisado los reportes. Phoenix Global es una firma de capital de riesgo nacida en Seúl, su crec
negociar! Necesitan saber que somos demasiado grandes para caer. Llama a su oficina. Exige una reunión
ió. Después de múltiples y frustrantes llamadas a intermediarios y abogados, Elías,
la urgencia de su situación, pero solo tiene un margen de diez minutos entre
para las 4:00 p.m. en el headquarters de Phoenix Global
y glacial de Phoenix Global. Todo era cristal, acero pulid
malista dominado por una vista panorámica de la ciudad. La oficina de la CEO era una habitac
o por el ventanal, su figura envuelta en una silueta de pode
por recibirnos. Somos la familia De la Vega. Entendemos que en la adquis
ondió con una voz baja, sin inflexión, un eco de l
. Y los hechos indican que su empresa es un riesgo.
pente. -¡Le exijo respeto! Mi hijo, Gabriel, y yo, hemos construido esta ciud
nto, A. V.
e austero, el cabello tirante... pero bajo esa armadura, los ojos. E
poraron en un segundo. Era Amara. Era imposible, pero era ella. La boca se le secó, y la única
mar
u rostro. Pero cuando el recuerdo de la humillada prometida se superpuso a la
mbos sin una pizca de emoción. No había triunf
si pronunciara el nombre de una extraña. Caminó lentamente hacia el escritorio, sus movimi
onente escritorio, toma
stalara de nuevo-. La única forma de que yo considere no ejecutar la deuda en setenta y dos horas es si Gabriel de
e su identidad, apenas la escuchó. Su mente
ómo...? ¿Por
eramente, sus ojos c
ar la tuya. En cuanto al porqué... -su voz se suavizó ligeramente, un tono peligroso que evocaba el pasado-... lo sabías.
ó un ataque final: -¡Esto es chantaje! ¡Noso
la prensa y contarles que la mujer que humillaron se levantó y está a punto de desmantelar s
observando a la mujer que había despreciado, ahora su verdugo. La vieja chispa, la familiaridad de sus oj
contrando su voz, pero era la voz de u
a vez, y fue una mirada
á a la salida. Esper

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