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gió un accidente de auto que me dejó sin memoria y luego me mantuvo
mi familia y se convirtió en la nueva "Elisa Cantú". Mis
moria regresó de golpe. Descubrí la horrible verdad: mi
te rota y amnésica, soporté su crueldad, r
e, la muerte de mis padres, su plan para mante
sa en la gala de su cumpleaños,
pensó que era un gesto de amor. No tenía ni la
ítu
que una vez conocí, ahora torcido por pura malicia. Amelia. Mi Amelia. Mi corazón, que había sido un tambor hueco durante tanto tie
Edgardo, mi esposo, sonriendo con una mujer. La mano de ella est
o mi ala. A la que había apoyado económicamente en la escuela de dis
Intentó negarlo, usar su encanto para salirse con la suya, pero la evidencia era innegable. Sus excusas eran débiles, tra
etas. Mis manos temblaba
Edgardo. T
entos de nuestra vida juntos se desmoronaron hasta convertirse en polvo. Al día siguiente solicité el divorcio, dejando claro que no quería nada de
anquilizador, se sentía como un túnel sin fin. Mi mente corría, repasando cada mentira,
estruendo ensordecedor de metal. El
s blancas, luz suave. El rostro de un hombre se ce
z un bálsamo calman
Mi esposo. O
un susurro ronco. Mi cabeza palpitab
na sonrisa s
tu esposo. ¿No
asto y aterrador. Fragmentos de imágenes
, mi amor. Rivales de negocios, querían dañar al Grupo Cantú. Querían hacernos daño. -Su voz
ndados, los jardines eran patrullados por guardias silenciosos. Me dijeron que era por mi seguridad. Por nuestra seguridad. Edgardo rara vez se apart
elaborada con sus mentiras. Pasaron tres años en esa jaula dorada. Tres años de su devoción fabricada, su protección sofocante. Mi mu
ta
ujer. Joven, con ojos que ardían con una luz venenosa. Era hermosa, ves
nada? -chilló, su voz aguda y penetran
Como una presa que se rompe, los recuerdos volvieron en tropel. No fragmentos, sino un to
ia. Mi
o se inclinó profundamente, con el miedo grabado en su rostro. Amelia, la jove
na sonrisa cruel torciendo sus l
te, ahora transformada en esta figura monstruosa, era cruda. Yo la había apadrinado. Había volca
adear. Escuché voces ahogadas, la de Edgardo entre
e? -refunfuñó, su vo
ambiando instantáneamente, goteando una dulzura artifi
ardo, su tono despectivo-.
or calculado-. ¿Y si está fingiendo? Me
ncia. Mi mente corría, uniendo los fragmentos rotos de mi pasado. Las piezas encajaron en un mosaico
Oh, Dios,
a-. Es solo una muñeca rota. Ya lo hemos hablado. Sus padres ya no es
oz de Amelia todavía estaba cargada de miedo, pero de un t
o accidente. Un caso cerrado. Y tú, mi hermosa Amelia, eres la viuda afligida, la her
? Mi nombre. Mi identidad. Robada. Por e
lia, su voz bajando a un ronroneo seductor-. Ni siq
rtirlo? Estaban casados. Mi
ó Edgardo, un sonido bajo y gutural que me atravesó-. Pero una conveniencia muy útil. Cree que es mi aman
ue había orquestado mi casi muerte, robado mi vida y matado a mi familia. M
estra casa. Sabiendo que cree que es tu esposa. Es como... com
encioso, si sabe lo que le conviene. No te preocupes, mi amor. Todo es nuestro. Siempr
llamó reliquia. Un fantasma. Un perro. El hombre que había amado, el hombre con el que me había casado
palabras que una vez usé para describir el futuro de Amelia, su brillante potencial. "Va a conquistar el mundo
robado mi nombre, mi legado, construyendo
rno, construida sobre la codicia y la traición
damente en algo más afilado, más frío. Edgardo pensaba que yo era su
Tan absoluta y comp
ba contactar a alguien. Karla. Mi mejor amiga,
o que no podía recordar, escondido en el forro de un viejo abrigo en el fondo de un armario. Marqué el único número que reconocía vagamente, un núm
er, deja un mensaje. Si es importante, v
pánico estalló, frío y agudo. ¿La habían
. El hermano mayor de Karla. Mi amigo de la infancia. Siempre era estable,
luego una voz ronca
mén
s un susurro, cruda y temb
encio atónito. Lue
estás? ¿Qué está pasando? -Su voz estaba carga
amente alrededor de la opulenta prisión-. Pero recuerdo, César. Re
de pura furia-. Elisa, todo el mundo cree qu
is padres. Las palabras quedaron susp
r, dime. -Un nudo frío se formó en mi estómago, ap
martillazo, cada sílaba destroza
ieron con meses de diferencia. De pura tristeza, dijeron los médicos. Primero tu
dres. Muertos. Por culpa de Edgardo. Por su monstruosa mentira. El dolor era más allá de cualquier cosa que hubie
onvirtió en la nueva 'Elisa Cantú', la viuda afligida, la única heredera del Grupo Cantú. Ella y Edgardo se quedaron con t
dad, usurpada. Todo. Lo había perdido todo. La idea de que mis padres murieran con el corazón roto, creyendo que su única hija se h
ces, un parpadeo. Una pequeña brasa ardiente en las ceniz
lo dime dónde estás. -La voz de César era urgente, l
mis padres perdidos, por mi vida robada. Pero bajo el d
avía no. No puedo irme. No así. Me quitaron todo. Mi vida.
esesperación se había ido, reemplaz
rza, endureciéndose-. Ayúdame a recuperar
do estaba allí, sus ojos entrecerrados,
én hablab
a mis costillas. Tenía que f
ar, forzando una mirada vacía en mi rostro-.
mí, su mirad
ablando, E
fingida confusión, lueg
onozco a nadie. -Tragué saliva, reprimiendo la
arpadear. Contuve la respir
reguntó, su voz baja,
respiración temblorosa, imitando el te
cí, retrocediendo instintivamente. Sus ojos se oscurecie
mente dulce, pero sus ojos estaban frío
l juego había comenzado. Y

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