img El remordimiento de un esposo infiel  /  Capítulo 4 | 30.77%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1040    |    Actualizado en: 09/12/2025

vista de

asta el panteón. Necesitaba hablar con mamá y papá, con la abuela. Había pasado demasiado tiemp

mas no derramadas. Mi garganta se cerró, y las palabras se atoraron, un

cer, el bebé, la traición de Andrés. Pero las palabras no salí

finalmente, la vaga acusación un escudo contra la verdad

orio crudo de la fragilidad de la vida. La decisión se solidificó en mi corazón. Le cont

o torrencial, acompañado por un retumbo de truenos que hacía eco a la tormenta dentro de mí. Un dolor agudo y abrasador estalló en mi estómago, luego

uvia azotaba, nublando mi visión, enfriándome hasta los huesos. Cada llamada sin respuesta era otro clavo en el

y grises magullados, su llamada finalmente entró. Busqué el te

casa? -pregunté, mi

de mi rostro, dejándome fría y completamente entumecida. Era el gruñido bajo y gutural que Andrés hacía cuando estaba... satisfecho. Un sonido que conocía í

da a escuchar, una participante silencios

, jadeante y provocativa, cortó a tr

sonido bajo y arrogante que

siempre es

tó. ¿Me amaba? ¿De

evo, un sonido osc

te. ¿En la cama? Siempre

corazón. Me estaba congelando, entumecida, una cáscara vacía. El tono de marcado resonó

ente tragado por la tormenta. Luego la risa se convirtió en lágrimas, calientes y punzantes co

una habitación blanca y austera. Una doctora de r

Humphrey -comenzó, con vo

ctora me miró, esperando un colapso, lágrimas, una demanda de explicaciones. Pero no hubo nada. Me había preparado para un tipo diferen

vacío en mi vientre, un eco hueco en mi corazón. Había llevado

so, de fingir, de aguantar, de tratar de ser fuerte, todo se vino abajo. El dolor, la traición, el miedo, la soledad, la pérdida de mi bebé, la realidad aterra

allí, por perder la noción del tiempo. Prometió hacerme sopa. Mi visión nadaba a través de las lág

a mi bebé, y mi esposo me enviaba garantías vacías desde la cama de su amante. Tomé

mentira que salió sorprendentemente fácil

ción. Andrés, el hombre con el que me casé, había dejado de existir. Era un monstruo, una broma cruel. Había usado mi nombre, mi cuerpo

ni un segundo más en él. No

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