vista de
asta el panteón. Necesitaba hablar con mamá y papá, con la abuela. Había pasado demasiado tiemp
mas no derramadas. Mi garganta se cerró, y las palabras se atoraron, un
cer, el bebé, la traición de Andrés. Pero las palabras no salí
finalmente, la vaga acusación un escudo contra la verdad
orio crudo de la fragilidad de la vida. La decisión se solidificó en mi corazón. Le cont
o torrencial, acompañado por un retumbo de truenos que hacía eco a la tormenta dentro de mí. Un dolor agudo y abrasador estalló en mi estómago, luego
uvia azotaba, nublando mi visión, enfriándome hasta los huesos. Cada llamada sin respuesta era otro clavo en el
y grises magullados, su llamada finalmente entró. Busqué el te
casa? -pregunté, mi
de mi rostro, dejándome fría y completamente entumecida. Era el gruñido bajo y gutural que Andrés hacía cuando estaba... satisfecho. Un sonido que conocía í
da a escuchar, una participante silencios
, jadeante y provocativa, cortó a tr
sonido bajo y arrogante que
siempre es
tó. ¿Me amaba? ¿De
evo, un sonido osc
te. ¿En la cama? Siempre
corazón. Me estaba congelando, entumecida, una cáscara vacía. El tono de marcado resonó
ente tragado por la tormenta. Luego la risa se convirtió en lágrimas, calientes y punzantes co
una habitación blanca y austera. Una doctora de r
Humphrey -comenzó, con vo
ctora me miró, esperando un colapso, lágrimas, una demanda de explicaciones. Pero no hubo nada. Me había preparado para un tipo diferen
vacío en mi vientre, un eco hueco en mi corazón. Había llevado
so, de fingir, de aguantar, de tratar de ser fuerte, todo se vino abajo. El dolor, la traición, el miedo, la soledad, la pérdida de mi bebé, la realidad aterra
allí, por perder la noción del tiempo. Prometió hacerme sopa. Mi visión nadaba a través de las lág
a mi bebé, y mi esposo me enviaba garantías vacías desde la cama de su amante. Tomé
mentira que salió sorprendentemente fácil
ción. Andrés, el hombre con el que me casé, había dejado de existir. Era un monstruo, una broma cruel. Había usado mi nombre, mi cuerpo
ni un segundo más en él. No

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