– Choque
a, observando a Magnus con descaro, con esa rebeldía que latía en sus ojos verdes como brasas. Él no apartó la vista, aunque cada fibra de su
ia sonrisa cargada de veneno y pi
ón, casi arrastrando las palabras como si le supiera amargo - Tranquilo, muñeco... tú tampoc
chico. Magnus tardó unos segundos en reaccionar, sorprendido no tanto por lo que dijo, sin
finalmente, con una voz grave y seca, cargada
, saboreando la incomodida
tendremos que preocupa
punto de lanzarse al cuello del otro... aunque no precisamente para matarse. Fue en ese instante cuando alguien i
brante de Caleb, el hermano menor de Magnus, ac
te, pero puede que tal vez lo había visto en ese lugar un par de veces. Sin emba
? - replicó, ladeando la cabeza, si
e la mano sin perder ni
con el que hablas -señaló con un gesto de la cabeza a Magn
abajo antes de estrecha
e los hermanos sabe so
ontrastó con el silencio tenso
alegra que por fin te conozca. Hemos venido muchas veces a ver
ó los ojos,
e ve
secreto - Eres de las pocas personas que no se dejan intimida
onriera con malicia, clavando
an. Tu hermano no es más que algui
alma, aunque el brillo en sus ojos delataba que aquella mujer estaba
correr el lugar, seguido del estruendo de varias botellas cayendo al suelo. Un par de chicos se a
no de ellos, y el ambiente
ue fue una estampida humana, ya que todos comenzaron a moverse en direcciones opuestas, b
idez, soltando la mano
ojos mientras se echaba el cabello hacia atrás y se mez
bio, se quedó inmóvil viendo aquello. No podía moverse o pensar con claridad, ya que no sabía si era la confusión del
del río que no podían mover. Magnus se encontraba respirando rápido, inte
to lo sacudió. Se giró, con el corazón golpeándole el pecho pensan
in rastro de su entusiasmo habit
s, atrapado entre la urgencia del momento y la certeza de que nada
e hubiera detenido para dar paso a lo inevitable. Algo que no era él o

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