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Historia
Demasiado tarde para el arrepentimiento, mi amor

Demasiado tarde para el arrepentimiento, mi amor

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1745    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:56

erna, contrató a una empleada doméstica temporal, Brenda, mientras yo estaba fuera por un pro

ntra poco a poco. La gota que derramó el vaso fue encontrar a mi

ó monstruo y me dijo que me deshiciera de mi gat

fue tan profundo que e

a perra fría y calculadora y que Brenda er

ré a una gala de la industria y lo vi al otro lado del salón: un hombre destrozado. Me miró con un

ítu

solo me rompería el corazón; iba a desmantelar mi vida entera, pedazo por pedazo, de la forma más dolorosa. Pero en ese entonces, e

, estaba confinado en nuestra casa, diseñada hasta el último detalle. Nuestra empleada de planta, María, llevaba años con nosotros, era prácticamente de la fami

, Ale. Ya encontré a alguien. La prima de María, Brenda. Neces

se crítica, horas larguísimas, sin tiempo para dramas domésticos. "¿Temporal, verdad?", le pregunté,

runo, lanzándome un beso. "Solo

el primer vuelo de regreso a la Ciudad de México. Mi celular, que usualmente era un hervidero de c

omida que prepara es espectacular. No v

? Aun así, sentí un gran alivio. Al menos lo estaban cuidando bien. Me imaginé a alguien mayor, quizá un poco fodonga, amable y

n centinela peludo. Parpadeó lentamente, una bienvenida silenciosa. Lo extrañaba con locura. La casa se se

era pulida. No había nadie en la sala, pero escuché voces bajas provenientes de la cocina. L

haciendo un ligero eco

gido en un chongo impecable, facciones suaves y una mirada demasiado astuta para ser una ayuda temporal. Su uniforme, un simple delantal sobre ro

rena. Ni una sonrisa de bienvenida, ni el saludo efusivo que habría hecho

ligero temblor de inquietud en

sa". No sonaba parti

de mano y saqué una pequeña caja elegantemente envuelta. Era una mascada de diseñador que había comprado en Chicago, algo que solía

con una expresión indescifrable

Siempre traigo pequeños regalos para quien nos ayuda en la casa". Mis palabras p

o suave, casi imperceptible. "No, gra

a de gusto, un torbellino de agradecimientos. "No es un pag

ica las cosas". Su voz era suave, pero tenía un filo inflexible. Un límite, firm

udio. Salió cojeando, apoyándose pesadamente en una muleta, con la pierna en

olo. Pero Brenda fue más rápida. Se movió con una agilidad fluida, deslizándose bajo su brazo antes de que mi mano

"Brenda, mi vida, ¿qué pasa?". ¿La había l

da, su voz bajando a un susurro teatral, como si yo fuera

siempre escoges las mejores cosas! Brenda, querida, es Ale. Es muy detallista. Es algo

en sus labios. "Si insiste, señor Serrano", murmuró, sus ojos cruzándose con lo

dicada. Y sabes, también es una cocinera increíble. Te va a encantar su comida. ¡Esta noche h

de estar presente e invisible a la vez. "Qué bien", lo

cámara para refrescarme, Brenda gritó: "La cena

mpujé la puerta de mi recámara, sin molestarme en tocar en mi propia puerta. Tenía unos m

pacio privado. Era donde trabajaba, donde me relajaba. Estaba a medio des

n vuelco. Me giré de golpe, apr

, una sonrisa casi imperceptible jugando en sus labios. No estaba to

teniéndose un momento de más. "Solo vi

ía nunca... "Brenda", dije, mi voz peligrosamente baja. "¿No

fingiendo inocencia. "Ay, ¿el señor

tocar? Eso no había pasado en años, si es que alguna vez pasó.

temblando. "Ahora. Y

s de Brenda, con el ceño fruncido

n los de Brenda. "Solo un malent

ptar la tensión. "Brenda, ¿por qué no vas a asegurarte de que la

antes de darse la vuelta. "Claro, señor Serrano"

propia recámara se sentía contaminado. Cerré los ojos, tomando una respiración profunda

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