/0/21016/coverbig.jpg?v=47a60092d27cb8378ae3278b194d0e84)
declaró su amor eterno frente a cientos de cámaras. Pero mientras sostenía mi mano, yo sabía la v
el divorcio, la fiesta se convirtió en u
un lado y corrió para salvar a Kristal de una lámpara que c
muriera en el infie
la espalda mientras el fuego lo co
a poderosa me embistió, arrancándome de las llamas.
ón era el daño a las acciones de su empresa. "¿Estás bien, no? Ni que te hubiera p
, la mujer que
ro con una condición". Activé una cláusula oculta en nuestro contrato, una que él había ignorad
ítu
ista de El
o, declarándome su amor eterno, mientras mi corazón, una rosa marc
la mano con fuerza. Su agarre era casi posesivo, una actuación para los cientos de flashes que nos rodeaban. Esto
sonido de última generación. Su sonrisa era deslumbrante, ensayada y completamente vacía
¿Musa? ¿Mi todo? Las palabras sabían a ceniza. Yo sabía la verdad. La sabía desde hacía semanas. Las fotos del resort de esquí
rde de la multitud, su vestido verde esmeralda brillando bajo los candelabros. Lucía una pequeña sonrisa de complicidad, un
ave y casto en mi frente. Era un gesto de posesión, no de afecto. Susurró:
ción de sus términos una trampa cuidadosamente construida. Jugaría mi papel, limp
blea, "Elisa tiene un anuncio especial para todos nosotros. ¿
isipar los rumores. Esperaba que yo hablara maravillas de nuestra vida perfect
rugía en mi interior. "Gracias, Augusto. Gracias a todos por venir esta noche a celebrar con nosotros". Hice una pausa, mi mirada
do un viaje increíble juntos. Diez años es mucho tiempo". Un murmul
idad eterna con él. Su mano descansaba en la parte baja de mi espalda, un
finalmente en la mujer que siempre debí ser". Miré directamente a la cámara, un fantasma de sonrisa jugando e
como si lo hubiera quemado. Su rostro, usualmente tan compuesto, se contrajo por la conmoción y la furia. Las cámaras seguían disparando, cap
hismes venenosos, dio un paso adelante, con una sonrisa triunfante en el rostro. "Siempre haciendo una escena. Qué pena que no pudiste mantener feliz a tu millonario". Unas cuan
stá... abrumada esta noche", dijo, con la voz tensa. "Siempre ha sido un poco teatrera". Forzó una risa, un sonido hueco que no llegó a sus ojos. Me a
íos e inquebrantables. "No hay nada que
ja, sus labios apenas moviéndose. "¿Crees que p
compostura, teñida de un cansancio que me llegaba hasta
retorció algo dentro de mí. "No tie
iera por un segundo, importarle mis sentimientos. Era un eco doloroso, porque antes me importaba lo que él pensara d
el mundo s
reglos florales, creciendo rápidamente. El pánico se extendió por la multitud, escalando rápidamente a una e
posaron en mí. Pasaron por encima de mi hombro, fijándose en Kristal Montes, que ahora tropezaba h
scuchado dirigido a mí en años. No dudó. Simplemente soltó mi brazo, empujándome lig
l gran salón, momentos antes un faro de opulencia, se transformaba rápidamente en un infierno ardiente. Mis pulmones ardían por el humo, mis ojos picaban. Intenté moverme, pe
iba, el miedo atenazando mi garganta. Estaba sola. Abandonada. La revelación me golpeó como un golpe físico, más pesado que
Él ya estaba acunando a una Kristal ligeramente herida, de espal
ragmentos brillantes cayó, seguida por el pesado y ornamentado m
el candelabro. Unos brazos fuertes me rodearon, alejándome de los escombros que caían, lejos del camino inmediat
ar Solís, a quien no había visto en años, me sos
me con su ancha espalda, abriéndose paso a través del humo y las llamas como una fuerza de la naturaleza. Sus movimientos
iones de bomberos gritaban en la distancia, sus sirenas cada vez más fuertes. César
spera, cargada de una urgencia que no
a". Miré hacia el edificio en llamas, luego a las luces de la ambulancia que parpadeaban cerca, donde un paramédico
mirada. Tenía la mandíbula apretada, un músculo temblando en su sien. "
do en mis ojos, no por el humo, sino por la brut
uemaduras e inhalación de humo. César se mantuvo de guardia,
l brazo vendado, estaba a su lado, sus lágrimas parecían más para el espectáculo que por una angustia genuina. Augusto
claridad en mi mente era absoluta. "¿Daño, Aug
el CEO tecnológico anuncia el divorcio en su fiesta de cumpleaños en medio de rumores de infidelidad, l
ga escapando de mis labios. "¿No tu esp
esultó herida. Una quemadura seria. Ella es frágil, Elisa. Siemp
quí, Augusto. Durante diez años, ha estado contigo. Mientras yo estaba en
iento. "No finjas que no sabías cómo eran las cosas. Te casas
voz temblando ahora con una ira apenas contenida. "Renuncié a todo por ti. A mi familia, a mi ca
Este pequeño numerito tuyo... podría arruinarlo todo. Para ambos". Hizo un gesto vago hacia Kristal, qu
por el que me había sacrificado, se había ido. O quizás, nunca había existido. Era un empresario des
oz con una calma que helaba la sangre. "¿Que emita un comun
cosas se calmen. Ya sabes cómo son estas cosas". Incluso tuvo la audacia de ofrecer un
ía siendo la chica ingenua que haría cualquier cosa por él. C
silenciosa para mí misma. "Lo haré. Haré una d
n destello de sospecha en
ado. Y quiero que se active la cláusula de nuestro contrato de empresa conjunta". La cláusula que yo, astutamente y en silencio, había incluido años atrás, una red de seguridad
rtado como mi "tonta póliza de seguro" cuando la redactamos por primera vez, sin imaginar que realmente la
murmuró, su rostro contorsion
ada inquebrantable. "No, Augusto. So
tación, con Kristal siguiéndolo, lanzándome una mirada triunfante pero cautelosa.
acabó. Diez años. Se fueron. Pero un nuevo comienzo acababa de encenderse en las cenizas del viejo. Había jugado mi última carta, y el juego estaba lejos de terminar. Sabía que

GOOGLE PLAY