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ámparas de diseño. Un silencio sepulcral, roto solo por el leve zumbido de la climatización, envolvía todo. Valeria Rossi ajustó la solapa de su blazer negro, sintiendo
", un mundo de fantasía que había cultivado con la sangre de sus venas y el insomnio de sus noches, había sido desma
a, señorita Rossi. Es un derroche de recursos en escena
una tormenta sobre el mar, habían descendido por su cuerpo, envuelto en un sencillo vestido verde esmeralda, con una lentitud deliberada, casi física. No había sido la mirada de un CEO evaluando a una subalterna. Había sido la de
a recepcionista la sacó de su ensoñac
l aroma a cuero caro, café recién hecho y una colonia
ntanal panorámico que abarcaba toda la pared. Su silueta, recortada contra el cielo plomizo de la metrópoli, era tan afilada y poderosa como ella rec
o era una obra de ángulos duros y belleza austera: pómulos marcados, mandíbula fuerte y rastros de una ba
el del brazo-. Debo admitir mi sorpresa. No muchos tendrían el..
ándose a sí misma la rabia qu
e -respondió, manteniendo la voz lo más firme que pudo. Caminó hacia el centr
os, se curvó en lo que no llegaba a ser una
creativo. Salvaje. Apasionado. Pero Thorn Games se construyó sobre los pila
inconscientemente al escritorio-. Lo que lo hace sentir verdaderamente vivo, fuera d
o los separaba. Su aroma, una mezcla embriagadora de sándalo, pachulí y algo primario,
ntima, como si fuera un secreto compartido-. ¿Busca sentirs
odos los límites de lo profesional, pero la electricidad que generaba er
aró, sosteniendo su mir
, le rozó la cara-. Yo soy el desafío definitivo. El puesto es para el Diseñador Jefe del "Proyecto Minotauro". Un laberinto de deseos oscuros y tentaciones. Un
ada de la industria, el juego que todos codiciaban y del que nadie sabía n
guntó, su voz apen
ión sensual que le recorrió la columna-. Y porque, desde aquella noche en la gala, no he podido dejar de preguntarme c
un rubor que esperaba que él no notara. Sentía un pulso acelerado y húmedo entre sus piernas. Era una locura. Un suicidio profesional. Pero la p
juego particular? -logró articular, d
Lo que suceda entre estas cuatro paredes, en el contexto de este proyecto, queda entre nosot
eguntó Valeria, sintiendo có
ble brilló en sus ojos grises-. Y puedo cambiarla o romperla cuando me p
tablero al mismo tiempo. Valeria miró esos ojos, esa boca que prometía una ruina deliciosa, y supo que ace
su valía y la atracción brutal que sentía por é
a seguridad prestada, sintiendo cómo le temb
ole por la mirada. Luego, en un movimiento fluidamente lento, tomó su mano. Pero en lugar del
ión deliberada. No fue un beso de cortesía. Fue una posesión. Una marca. El calor se propagó desde su mano por t
u aliento caliente acariciando su piel-. Espero que esté preparad
dos, que ya estaba perdida. Había cruzado la puerta, y ahora solo quedaba adentrarse e

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