vista d
esvaneciéndose en un rugido sordo en mis oídos. El mundo se s
detuvo silenciosamente a mi lado. La ventanilla bajó
osamente dulce. "Elías dijo que deberíamo
girándome para alejar
al a
palabras eran planas, frías y cargadas de una autoridad
de cuero. El auto olía al perfume caro de Kiara y al aroma familia
a alegremente, desabrochánd
reservaba solo para ella. Salió y rodeó el auto, abriéndole la puerta del conductor. Inclus
ra claramente no estaba acostumbrada a
iencia. Su mano descansaba en el respaldo del asiento de ella, sus ojos la observaban c
ra, su voz un gemido infantil. "Y c
ca del de ella, su brazo rozando su pecho mientras alcanzaba
el guapo multimillonario y su hermosa joven amante, enmarcados juntos en una imagen perfecta de feli
apagaba, la forma en que su mano cubría la mía en la palanca de cambios, enviando chispas por
de pelaje marrón cruzó
lante. En su pánico, su pie se hundió
rón mientras el auto viraba bruscamente, rompiendo la barrera de contención. Por una fracción
una velocidad que desafiaba el pensamiento, se lanzó sobre la consola, girando su cuerpo
uiera
a sol
ua helada se precipitó dentro del auto, un peso aplastante que
xtendió por mi pecho, más escalofriante que el agua del río. E
tambalearse y, sin pensarlo, Elías se había arrojado sobre mí, recibiendo todo el impacto en su espalda
necerse en negro, lo último que vi fue a Elías, una poderosa silueta contr
Kiara en s
ido de una máquina. Mi garganta estaba en carne viva, mi
un hospita
, tensa de ira y miedo. "¿Cómo que no saben por qué no
de esperanza se encendió en mi p
dición es... complicada. Encontramos algunos registros antiguos. D
y llorosa los interrumpió
Ki
ómo toda la postura de Elías cambiaba. La ira y la tensión se dr
ión. Simplemente se giró y caminó
midonadas, mirando al techo, y v
obre esa noche de hace cinco años
ompadecerme? Eso sería un destino peor que su odio. O peor, ¿se burlaría de mí? ¿Me d
de vidrio en mis entrañas. Sí.
r una revista de chismes en la sala de espera, acompañando a una "traumatiz
que nunca. No era un hogar; era un
era un concepto abstracto, sino una re
parte antigua de la ciudad. El fotógrafo, un hombre de unos sesenta añ
tó, ajustándose las gafas. "
l", dije, m
oca ligeramente abierta. "P
oz sin vacilar. "Solo h
e mi piel, pero mis ojos... mis ojos estaban vacíos. Todo el amor, el dolor, la esperanza y la d
na jarra de porcelana blanca y lisa. Era suave y fría a
ía ser enterrada junto a Corina. Era el
sped y mirando las nubes. "Si muero primero", había dicho Corina dramáticamente,
, me había reído. "Mejores amigas pa
dicho, entrelazando s
. Me arrodillé y tracé las letras de su nombre, mis dedos demorándose en su
a. "Siento haber tardado tanto en venir a verte.
n comenzaron a caer, silenciosas y c
que te abandoné. Pero no lo hice, Corina, te juro que no. Mi corazón... s
por mi mejilla y aterrizó justo
rré. "Ya voy. Podemos
se partió d
resonó en el silencio del
ido. Lenta, dolorosam
tado contra el sol poniente, estaba Elías. Sostenía
con aspecto aburrido e

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