ista de Al
ue yo creía que era adoración. Recordé firmar los documentos del préstamo que ponían en juego el legado de mi familia por su sueño. Recordé las innumerable
grandes ideas en una realidad funcional y rentable. Él salía en las portadas de las revistas. Yo
o. Kenji lo había diseñado él mismo, una serie de villas de alta gama con paredes de lona que rodeaban un l
riéndose a su novia-. Trae provisiones.
a débil. Kenji,
illo de pinos. Ofrecía una vista perfecta y sin obstrucciones de la fogata principal y el g
pada. Riendo, bebiendo, jugando juegos de jardín. Y en el centro de todo, Julián
o de atención, se ofreció como voluntaria para que le ven
lló, con los brazos extendidos mie
su brújula interna parecía fijada en un solo objetivo. Se movió con un
us manos encon
atr
te -se rio Julián, tr
galán! -gritó Mar
spuesta, una decisión que sup
de Marcos
s algo p
afilada. El ambiente casual de la fiesta se evapor
Julián, se rio y le pas
-Sus palabras eran un regaño, pero sus ojos, que podía ve
s güeyes-. Es el secreto peor guard
el cuello de Julián, un
os desg
con un lenguaje privado y tácito. Era una mirada que había visto mil veces, una mirada que siempre hab
iz otra vez! -gritó alguien, y
ade bailaron
r destinado solo para él. Su mirada bajó a su cintura, y su ma
aron con el cier
e agarró la mano, pero no había fuerza en su agarre
, tropezando hacia atrás. Julián, siempre el héroe, se abalanzó para atraparla. Cayeron en
sus muslos. Sin perder el ritmo, la mano de Julián se movió para cubrirla, su brazo envuelto protectora y
ido y romántico sobre sus rostros. Eran un retrato perfecto de la pasión, una escena
se vol
¡JUNTOS!
í como si me estuvieran arrancando el corazón del pecho, el músculo crudo y sangrante expuesto al aire frío
una nube de tormenta. Sus manos
-hirvió, comenza
rándose para agarrar su bra
o. Con dedos temblorosos, encontré el contacto de Julián y presion
en el bolsillo y sacó su teléfono. La pantalla arroj
ign
sin respuesta en la noche. Observé cómo presionaba el
alla, una expresión de pura molestia en su rostro. Todavía est
poyó en s
u mamá reportá
es. Se estiró, le quitó el teléfono de la mano y, con un movimiento d
la hierba ju
rdas? -dijo, tocando la punta de su nariz con el d
a llena de adoración. Apretó su agarre en
a e íntima, llegando a través del a
era más pública y definitiv
La negación, la esperanza, la negociación desesper
omo un fragmento de hielo,
ad aquí? -pregunté, mi voz
ó de in
video. Se activan por movimiento y se gua
las dos figuras entrelazadas junto
de dolor. Pero debajo del dolor, algo nuevo c
a regla de "los compa
ede cuando convierte a
r todo su mu
-

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