Instalar App
Historia

Capítulo 4

Palabras:1063    |    Actualizado en: 17/10/2025

ista de So

es, un dolor sordo y punzante irradiando por mi brazo. Alejandro estaba sentado junto a la cama, su expresión indescifrable mi

durante fiebres y lesiones menores, que mi corazón se encogió con un fantasma de viejo afecto.

tes? -preguntó

í. Solo mi

te. El tacón apenas rozó los tendones principales. Pero tienes una conmoción cerebral por cuando te d

Logré desplegar la reserva justo a tiempo, pero el aterrizaje había sido brusco, dejándome magullada y conmocionada. En ese momento,

aídas -dije, mi voz un

o de nuevo, Sofía. Te dije, Valeria nunca haría algo así. Estaba fue

ena actriz -dije, mi voz

-espetó-. Solo estás celosa y res

arganta. No tenía sentido. Estaba sordo y ciego,

o -dije, mi voz cansada-. Revisa las cámaras e

imido. -No voy a complacer tus fantasías paranoicas -dijo con dureza, levantándose-. Estás usando

e está agotando. Necesitas aceptar la situación. -Se detuvo y me miró, sus ojos fríos-. F

salió de la habitac

na de mi ojo y trazó un camino por mi sien hasta mi cabello. Pero no hubo tormenta de dolor. Mi corazón, ya destrozado y pisote

e saber, con absoluta cer

ital, un chófer silencioso me llevó de vuelta a la jaula dorada. El día que debía irme, jus

sus labios. Llevaba un nuevo vestido de diseñador, y el reli

mpatía-. Pero supongo que es de esperar. Debe ser horri

Simplemente recogí mi bo

susurro conspirador-. El paracaídas, la caída del balcón... eso fue solo una probad

os, de la crueldad de Alejandro, de toda esta pesadil

ñas clavándose en mi piel.

esde el pasillo. Gritos, alaridos, el sonido de pies corriendo.

ado. Gritaba incoherentemente sobre doctores que mataron a su esposa. Un paciente trastornado del pabellón psiquiátri

sotras. Cargó, el cuchillo en alto, su

illo. Había vuelto por mí después de todo. El pensamiento apenas se

estirándose y comprimiéndose. Vi su rostro, contors

o h

alcanzó. Pero no tacleó al hombr

empujó, con fuerza, directament

uerpo co

Valeria, atrayéndola a salvo a su abraz

de mis labios mientras la hoja se hundía profundamente. Alejandro ni siqu

e Alejandro mientras protegía a otra mujer del peligro. La espalda del hombre que una vez hab

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY